OPINIóN
Actualizado 20/02/2020 08:56:03
Alejandro Ramos

Un artículo de Alejandro Ramos

Mientras las autoridades sanitarias decretaban el estado de emergencia por el Coronavirus, las principales organizaciones agrarias, han declarado conjuntamente, el estado de excepción ante el virus del empobrecimiento y la ruina, que puede constituir una seria amenaza para los trabajadores del sector, llegando, incluso, a poner en riesgo la supervivencia de la agricultura y la ganadería de nuestro país.

El campo alza su voz, y no le falta razón. Multitud de explotaciones están echando el cierre, sencillamente porque lo único que vienen cosechando, en los últimos años, son pérdidas. Y ya no es únicamente por las malas cosechas de cereal o las enfermedades que causan la muerte del ganado, sino que se trata de una crisis estructural que lleva afectando a los pequeños y medianos productores desde hace mucho tiempo.

No es justo que el precio que recibe el agricultor que cultiva el tomate de ensalada sea de 0,55€/kilo y ese mismo tomate se encuentre a 1,99€/kilo en la frutería. Tampoco tiene sentido que, por un lado, la fruta y verdura de nuestro país se quede sin recoger por falta de rentabilidad y, por otro lado, esté entrando género de otros países con mano de obra más barata y de peor calidad. Aspectos como los aranceles norteamericanos, la incertidumbre sobre el futuro de la PAC o la subida del SMI, hacen que la situación sea insostenible.

La España Vaciada no debería ser solo un problema de población o infraestructuras, también debe entenderse como el apoyo a las familias que hacen posible que el medio rural no desaparezca. Hay que tener presente que, si el campo no produce, la ciudad no come.

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