Un artículo de opinión de Eder García
Hemos disfrutado de unos días de carnaval anómalos que, entre otras cosas, han destacado por el sol y el buen tiempo generalizados en Soria. Mucho más comunes son, por desgracia, las imágenes del Jueves Lardero protagonizadas por jóvenes cada vez más jóvenes que abusan del consumo de alcohol abiertamente.
Espero no parecer demasiado hipócrita puesto que, hace no demasiados años, yo mismo era uno de esos chavales que apuraba su “litro” de calimocho en el paraje de Los Royales. Por eso mismo creo que, con la poca madurez que van aportando los años, me doy cuenta de que debemos seguir trabajando en ofrecer alternativas a este modelo de fiesta.
Es muy complicado combinar la costumbre de disfrutar de nuestros parajes sorianos y la tradicional merienda de Jueves Lardero con un ocio saludable que sea atractivo para la gente más joven, pero creo que merece la pena intentarlo.
En muchas ocasiones nos quejamos, con razón, de la infinidad de necesidades que tiene nuestra tierra. Afortunadamente gozamos de un patrimonio cultural y unas tradiciones tremendamente ricas que tenemos el deber de recuperar, conservar y transmitir entre generaciones.
Creo que también tenemos la obligación de adaptarlas para desechar aquello que, aunque habitual, es perjudicial, para quedarnos con lo mejor de nuestra tradición.