Desde el Colegio de Geógrafos de Castilla y León son conscientes del duro momento que está atravesando la sociedad y de la incertidumbre que este genera. Por ello, están animando a los profesionales de la disciplina a realizar análisis territoriales que ayuden a la comprensión de la situación actual parar poder realizar previsiones de futuro.
En este sentido, el doctor Alfonso Pisabarro, profesor asociado de la Universidad de Valladolid, está estudiando los datos relativos a enfermos diarios de COVID-19, en cada área básica de salud, que proporciona la web de la Junta de Castilla y León, para elaborar un Atlas que muestra la evolución temporal y distribución espacial de la enfermedad.
Sobre la situación en la comunidad afirma que se han vivido tres grandes oleadas que responden a tres episodios clave. La primera oleada tuvo que ver con el contagio aleatorio previo a la toma de medidas cuyos efectos se vieron el 16 de marzo, momento en el cuál comienza la crisis sanitaria” señala el profesor.
La segunda oleada de enfermos y la peor tuvo lugar a partir del 23 de marzo hasta el día 30, momento en el cual la pandemia se extiende siguiendo las principales vías de comunicación: A-6, la A-62, la A-1 y la A-66. Algo que achaca al retorno masivo de estudiantes y teletrabajadores con sus familias durante el fin de semana anterior (13, 14 y 15 de marzo). Además en esta segunda oleada es cuando se nota el impacto sobre las áreas más cercanas a la comunidad de Madrid “provocado por el desplazamiento a segundas residencias próximas a la Cordillera Central y posiblemente por influencia del turismo de fin de semana en zonas muy características como Sepúlveda Sacramenia o La Granja” señala Pisabarro.
El 30 de marzo se podría considerar en palabras del propio Pisabarro, que “la pandemia está completamente extendida en toda la comunidad” pero se recrudece en las provincias cercanas a Madrid. Por otra parte, hay que situar las zonas del rural más profundo, como “zonas prácticamente libres de virus”.
En el momento actual estaríamos en una tercera fase que se inicia en torno al 31 de marzo en el que las cifras de enfermos disminuyen de forma general “gracias al confinamiento y la lógica geográfica de los focos seguida hasta este momento” y da paso a brotes puntuales en poblaciones vulnerables como las residencias de ancianos, dónde cree que “hay mucho aumento de test por lo que hay más positivos”
Finalmente concluye que este análisis puede animar a que más profesionales se animen a determinar las partes del territorio que han escapado a la infección y cuando. De esta manera tomar medidas de desescalamiento con criterios geográficos y no solo sectoriales priorizando la apertura de la actividad en algunos territorios menos castigados. También puede servir como fuente de consulta en futuras pandemias para evitar cometer algunos errores.