Soria suma este domingo un nuevo centenario con la celebración del cumpleaños de esta mujer, natural de la localidad de Ituero.
Hace cien años, el 26 de abril de 1920, nacía en Ituero, Gregoria Caballero Delgado, hija de Gregorio y de Facunda, en el seno de una humilde familia numerosa que contaba con un total de ocho hijos: Urbana, Nieves, Cirilo, Teófilo, Aurelio, Eladia, Gregoria y Margarita.
Su madre murió de “sobreparto” al nacer su hermana Margarita, así que a su padre no le quedó más remedio que buscarle quien le amamantase. Con año y medio la llevó a Los Rábanos con la tía de su madre, Rosa, y su infancia la pasó también en Lubia, con su prima Manuela, donde estuvo hasta los 6 años y empezó a ir a la escuela, con una maestra que era coja, según recuerda.
Volvió con su padre a Ituero y también a la escuela de su pueblo, donde recuerda a sus maestros: don León y después don Modesto. A la escuela fue hasta los 10 años y a partir de entonces ayudaba en casa a las comidas, las faenas del campo, y sobre todo, recuerda ayudar a llevar la comida a los pastores, que se iba a llevar el almuerzo primero y luego la comida, muchas veces la distancia era considerable. Para cruzar el río al no haber puente, lo hacían por medio de una barca, que cruzaba de lado a lado, adaptada a una maroma, que tirando pasaba al otro lado. En la embarcación pasaban animales y cabrían hasta 50 ovejas y personas.
Con 14 años iba a catar la miel con su padre y su hermano Cirilo a las colmenas que estaban distantes del pueblo, y cuando volvían de estos afanes les salían al paso los pastores para que les untasen los panes de miel. Iban a buscar agua para beber y a lavar la ropa al Duero, que estaba cerca, con un cajón de madera para no mojarse y la lavadera.
Sobre estos años tenía una yegua y se dedicaba a vender miel por los pueblos cercanos, tenía que atravesar también el río y como no terminaba la ruta en el mismo día, se quedaba muchas veces a comer y dormir en casa de su hermana Urbana, que vivía en Paredesroyas.
Se casó con Eduardo, también del pueblo, a los 30 años, tuvieron dos hijos: Encarna y Tarsicio que continuaron la saga con dos nietas.
Los trabajos eran los mismos que en casa de su padre, tanto con el ganado como con las faenas del campo. Sembrar, segar, trillar, aventar, eran labores que se llevaban a cabo con la ayuda de bueyes y mulas.
La centenaria hacía sus compras domésticas en Almazán, adonde acudía periódicamente bien a lomos de mula o a pie. Sobre los 40 años las faenas del campo empezaron a mejorar con la llegada de las máquinas, como eran las gavilladoras, segadoras, trilladoras y aventadoras. Ya en la cincuentena, llegaron los tractores y cosechadoras, reduciendo mucho los trabajos, y además, también se podía contar con un coche para desplazarse.
La vida de 'Goya' siempre estuvo ligada al pueblo, con 80 años adquirieron un piso en Soria y vivía el matrimonio seis meses en invierno en esta vivienda y el resto en Ituero.
La que mañana será centenaria ha llevado por sí misma las labores domésticas hasta los 98 años, cuando falleció su esposo. Precisamente en ese tiempo nació su primer biznieto, Diego que es la alegría de la casa. Gregoria mantiene su lucidez de un modo extraordinario y conversa sin dificultades.
La Diputación, tras el inicio del estado de Alarma, no puede hacer la entrega del tradicional pergamino con el acta de nacimiento, ni la placa conmemorativa, pero ha hecho pública su felicitación y su homenaje.