Un estudio de la UVa en su Campus de Palencia analizar las secuelas psicosociales que está teniendo la pandemia.
Miedo, ansiedad, estrés, depresión e irritabilidad, algunos de los efectos psicológicos que más aumentan tras el paso de la afección del coronavirus, según Anastasio Ovejero, coordinador del GIR de Análisis e Investigación Psicosocial y profesor del Grado de Relaciones Laborales del Campus de la Universidad de Valladolid en Palencia, que adelanta en esta entrevista las primeras conclusiones del estudio que está realizando este grupo de investigación, en colaboración con el Departamento de Educación Física de la Universidad de Oviedo, sobre los efectos psicológicos y psicosociales ligados a la inactividad por el confinamiento.
Pregunta: ¿Cómo surgió esta investigación?
Respuesta: El Departamento de Educación Física de la Universidad de Oviedo contactó con el GIR de Análisis e Investigación Psicosocial que coordino para encargarnos, dentro de la investigación que han empezado a realizar sobre la repercusión del confinamiento en la actividad física, el estudio de los efectos psicológicos y psicosociales ligados a esta inactividad. La investigación la hacemos conjuntamente profesores de Educación Física de la Universidad de Oviedo y, como ya he dicho, dos profesores de nuestro GIR, una profesora de Psicología Clínica y otro de Psicología Social, que soy yo mismo. Esas dos áreas constituyen una buena combinación para analizar los efectos psicológicos y psicosociales que está teniendo la pandemia. También colaboran una profesora de Italia y otra de Israel. De momento contamos ya con más de 2.000 sujetos que han cubierto nuestro cuestionario en Israel y de más de 6.000 en España.
P: ¿En qué aspectos se han detenido más en esta investigación?
R: Los tres temas fundamentales son el estudio del confinamiento sobre la actividad física de las personas confinadas, por una parte, y los efectos psicológicos y psicosociales que puede tener el confinamiento sobre ellas, teniendo en cuenta la actividad física realizada como variable intermedia. Por ejemplo, ¿es mayor o menor la ansiedad producida por el confinamiento cuando se realiza más o menos ejercicio físico dentro de casa, o cuando se tiene un jardín para hacer ese ejercicio?
P: ¿Cuáles son los efectos psicológicos que ha provocado el confinamiento, según los primeros resultados del estudio?
R: Los efectos psicológicos y psicosociales que estamos encontrando son los típicos de estas situaciones. En otras pandemias se ha encontrado algo similar: miedo, ansiedad, angustia, estrés, depresión, irritabilidad, empeoramiento de las relaciones interpersonales.
P: ¿Qué porcentaje de la población puede sufrir estos efectos?
R: Es difícil hablar de porcentajes, porque aquí lo importante es el nivel que adquiere cada uno de esos efectos. A nivel bajo nos afecta a prácticamente todos; el porcentaje de quienes llegan a los niveles más altos en angustia, estrés, depresión, etc. es realmente pequeño.
P: ¿Que sintomatología presentan las personas que sufren efectos psicológicos derivados del confinamiento?
R: Los que ya he dicho: angustia, ansiedad, estrés, etc. Y otros efectos físicos como pueden ser: cansancio, insomnio, dolor de espalda o de cabeza, etc.
P: ¿La inmovilidad ha sido determinante como desencadenante de problemas psicológicos durante el confinamiento? o ¿Ha habido otros factores, como el aislamiento social, que han podido influir más?
R: Sin tener datos concluyentes todavía, creo que la inmovilidad no es tan importante en sí misma como el hecho de que haya sido indeseada. Y en cuanto a las relaciones sociales esto es muy relativo, porque una de las cosas que ha hecho la pandemia ha sido aumentar las relaciones on line. La inmensa mayoría de la gente ha incrementado las horas que pasaba en los chats, en redes sociales, en washapp, etcétera.
Ahora mismo, y a la espera de lo que nos digan los datos, y una vez pasado lo peor de la crisis sanitaria, hay otros factores como la incertidumbre, el miedo al futuro que están siendo la principal causa de estos problemas psicológicos. Otra cosa sería si hubiera, por ejemplo en otoño, un rebrote del covid19 que exigiera un nuevo confinamiento y otro colapso en los hospitales. Probablemente entonces sí aumentarían más los síntomas de angustia, de incertidumbre, de miedo al futuro y de depresión.
P: Cuando estamos metidos en la normalidad del día a día, muchas veces nos recomiendan parar y dedicarnos tiempo a nosotros mismos ¿Nos ha venido bien la pandemia para hacer este ejercicio de introspección?
R: Aunque no lo hemos incluido en la investigación, quizás podamos verlo de forma tangencial. Hay quien dice que sí, pero yo estoy convencido que en una sociedad como esta, ni con pandemia, ni sin pandemia, la gente tiende a pensar mucho más de la piel para fuera. La introspección no es una de las cosas que más se haga en este momento histórico. ¿Que a la hora de estar encerrados en casa es más probable? Puede, pero la mayoría de la gente ha estado confinada en casa con mas personas y con un grado de miedo al futuro, de ansiedad, incluso con una gran irritabilidad que yo creo que no ha llevado a incrementar sustancialmente la reflexión sobre uno mismo. Ha llevado mucho más a beber alcohol y sobre todo, a ver las series de Neflix y no sólo de Reflix.
P: Por grupos de edades, ¿los niños y jóvenes tal y como se ha dicho han sido los que más sufren los efectos del encierro?
R: No puedo asegurarlo a partir de los datos que tenemos que esto sea así, pero como psicólogo puedo decir que los niños se adaptan rápidamente a todo, si necesitan saltar, saltan, aunque tengan que hacerlo en el salón de su casa. Otra cosa distinta es que lo hagan por ejemplo en un bloque de pisos donde la mayoría de la gente tiene un fuerte stress y una gran irritabilidad, lo que puede haber creado algún problema de convivencia e incluso de insomnio.
Precisamente, una de las cosas que creo que tiene que ver mucho con síntomas de stress post traumático es que ha aumentado mucho la irritabilidad, y claro estar por ejemplo en un piso de 70 metros cuadrados cuatro o cinco personas sin poder salir prácticamente para nada, preocupados, ansiosos y angustiados puede provocar la aparición de problemas en las relaciones interpersonales e incluso su deterioro.
En cuanto a los jóvenes, la mayoría no ha tenido ningún temor: primero porque la gente joven en general no tiene miedo a morir nunca, piensa que la muerte es cosa de otros, se sienten invulnerables, lo que realmente les hace aún más vulnerables. Pero es que en esta pandemia sí podemos casi decir que son invulnerables (otra cosa es que esto mismo aumente las probabilidades de que ellos transmitan en virus): de hecho las posibilidades de que un joven muera por el virus son próximas a cero.
P: El aumento de contactos online que usted apuntaba antes, no ha impedido según ha salido recientemente publicado que "Los psicólogos atiendan tres veces más a los jóvenes y sobre todo los adolescentes por ansiedad" ¿Por qué?
R: El adolescente por definición -y se sabe desde hace tiempo- tiene como media muchos más problemas psicológicos que el resto de edades, como es lógico, dado que está viviendo un período de transición en el que ya no es niño, pero todavía no es adulto, y eso produce en ellos mucha inseguridad. Si a esto le añades el stress producido por la pandemia y por el confinamiento, el no ver a sus amigos, la inseguridad de cómo van a ser las clases y los exámenes no presenciales, etcétera, pues no es de extrañar que aumenten sus niveles de ansiedad, incertidumbre, angustia y estrés, además, por supuesto, de su irritabilidad, lo que, a su vez, perjudica las relaciones con sus padres y hermanos.
P: El stress acumulado durante la cuarentena y la incertidumbre sobre el futuro ¿Puede hacer saltar por los aires la convivencia social y que vivamos un incremento de la violencia social?
R: Sin pretender ser un profeta y como analista de la realidad social puedo intuir que es lógico que a partir de una situación explosiva como ésta pueda verse más violencia: ya estamos viendo manifestaciones contra el gobierno y pidiendo su dimisión perfectamente orquestadas y planificadas, que en algún momento pueden comenzar a ser contestadas por otras del otro lado. No parece que sea positivo esto. Todo dependerá de cómo lleguemos a la fase 3, si el riesgo de pandemia baja realmente, si podemos ir a las playas, a las terrazas..., si eso ocurriera la agresividad contenida se diluiría. Y por supuesto, dependerá también del impacto de la crisis económica y de cómo se gestione. Y desde luego, dependerá en gran medida de cuánto tardemos en tener una vacuna disponible. Una vez que llegue esto último, en poco tiempo nos olvidaremos de la época de la pandemia, excepto por las repercusiones de la crisis económica, que ya venía, pero que el virus ha empeorado hasta límites difícilmente imaginables hace sólo dos o tres meses.
P: ¿Las acciones de los `balcones´ durante la cuarentena han funcionado como vacuna psicológica?
R: Yo creo que al principio, aún estando confinados, nos costó entender la gravedad de la situación. De un día para otro pasamos de ir a partidos de fútbol, terrazas, manifestaciones, misas, cines, teatros, nuestros trabajos, ... para tener que quedarnos en casa, con prohibición absoluta de salir, salvo para tirar la basura y comprar comida. Nos parecía que no podría llegar, y al principio decíamos “bueno, dos semanas pasan pronto, no es tan grave”: nos quedamos en casa, cantamos en balcones... Pero pronto tuvieron que repetirse las quincenas de confinamiento.
P: Y las llamadas de atención de algunos ciudadanos a otros ¿Tiene explicación psicológica?
R: Yo creo que aquí se juntaban tres cosas: una la prudencia; otra el miedo que creo que es más potente que la anterior, y por último, la envidia. Estas dos últimas juntas son muy peligrosas y pueden llevar a algunos a dar respuestas irresponsables en forma de insultos, como ocurrió.
P: ¿Está preparado nuestro sistema sanitario para atender a la población que va a necesitar atención psicológica?
R: No. En general la sociedad no se preocupa mucho del sufrimiento y el dolor de la gente, si no hay sangre, ni muertos. Como los problemas psicológicos causan mucho dolor, pero no se ve sangre, a la gente la preocupa poco. La mayor parte de la gente no entiende qué es una depresión, ni los problemas psicológicos, cuya responsabilidad, además, suele atribuirse a las propias víctimas. Además, el sistema sanitario español no está preparado en absoluto para responder ya no a la avalancha de problemas psicológicos que es posible (no seguro), que van a salir una vez pase la pandemia, sino que ni siquiera para los problemas psicológicos habituales, que son muchos. Lo único que hay para atender esto son las consultas privadas de psicólogas y psicólogos.
P: ¿Puede haber un riesgo de repunte en el consumo de estupefacientes?
R: Esto sin duda. En cualquier situación de ansiedad, de angustia, y stress se incrementa el consumo de alcohol, tabaco y otras drogas. Cuando uno tiene un problema, una simple situación de insomnio por ejemplo, la salida más fácil es tomarse una pastilla, en lugar de ponerse a leer hasta que venga el sueño. Al parecer, una de las primeras cosas que se detectaron cuando comenzó el confinamiento fue el aumento del consumo de alcohol.
P: ¿Vamos a estar preparados psicológicamente para un nuevo brote?
R: Yo creo que sí. Ya hemos perdido la ingenuidad de que esto no nos podía pasar a nosotros. Pero así y todo, convendría que médicos, psicólogos, periodistas y sobre todo los propios gobernantes insistieran mucho en la posibilidad real –y al parecer, más que una mera posibilidad- de que el covid19 rebrote en cualquier momento, dicen los expertos que con gran probabilidad en otoño. Ojalá se equivoquen y fabriquen la vacuna antes de que haya otro rebrote, pero esto no parece muy probable.