CASTILLA Y LEóN
Actualizado 03/06/2020 20:18:52
Sergio García

Tras más de 50 ruedas de prensa y 1.500 preguntas, la consejera de Sanidad de la Junta de Castilla y León anuncia que inicia su “desescalada mediática” y `solo´ comparecerá dos veces por semana.

Reconozco que a comienzos de año apenas sabía quién era Verónica Casado. La `mejor médico del mundo 2018´ se convertía en Consejera de Sanidad del primer gobierno de coalición de Castilla y León. Se trataba de uno de esos perfiles profesionales con un currículo envidiable en lo suyo que Ciudadanos logra atraer a la arena política. Fichajes que, por cierto, no siempre le salen bien al partido naranja. La médica de familia de origen franco español descubrió pronto la rudeza de la política cuando se encontró el rechazo frontal de todos los agentes implicados a su propuesta de reordenación del sistema sanitario regional de atención primaria.

Pero ha sido la crisis del coronavirus la que la ha convertido en, seguramente, la persona más escuchada de todo Castilla y León durante estos meses. El viernes 13 de marzo comparecía tras un consejo de gobierno extraordinario en la primera de muchas ruedas de prensa virtuales junto al Presidente y al Vicepresidente de la Junta. Desde entonces han sido más de 50 ruedas de prensa, cientos y cientos de preguntas hasta que ayer, martes 2 de junio, anunciaba el inicio de su “desescalada informativa”.

Con el estilo calmado y didáctico del médico que tiene malas noticias para el paciente, Verónica Casado ha ido capeando el mayor temporal que ha vivido nuestra generación. Durante las últimas semanas de marzo y las primeras de abril su rostro detonaba cansancio y cierta desesperación. Eran las semanas más duras de la crisis sanitaria y a su trabajo para coordinar todos los hospitales de la comunidad, se le sumaba la obligación de informar de decenas de fallecidos y la nunca grata tarea de responder a innumerables críticas a su gestión.

Como letanía reiteraba las recomendaciones sanitarias, como quien le pide a su hijo que, por favor, deje de darles disgustos. “El lavado de manos es fundamental” y “la distancia social es la mejor mascarilla” han sido sus mandamientos paganos que todos los periodistas de la comunidad nos hemos aprendido de memoria.

Y digo todos los periodistas de la región porque durante estos dos meses largos de crisis la Junta ha creado un grupo de WhatsApp con más de 130 periodistas de las 9 provincias. Las respuestas dadas nos habrán gustado más o menos, pero el esfuerzo comunicativo es digno de reconocer. Cada día decenas de periodistas preguntábamos por la situación concreta de cada hospital, por las quejas de tal colectivo sanitario, por la evolución del coronavirus comarca por comarca, pueblo por pueblo… Un goteo de preguntas que hacía interminables las ruedas de prensa pero que era imprescindible para que todos los ciudadanos de la comunidad pudieran satisfacer sus necesidades informativas en un momento crítico.

Durante estos 3 meses Verónica Casado se ha permitido pocas o ninguna concesión. Al cumplirse el mes del estado de alarma señalaba que ella no podía venirse abajo y que había que seguir trabajando. Cuando Castilla y León pasó a la fase 1, ya con la crisis bastante más controlada, señalaba que estaba deseando sentarse en una terraza, pero que sus responsabilidades se lo impedían.

Durante estos meses hemos visto a Verónica Casado desesperada con los cambios de criterios del Gobierno a la hora de contabilizar casos, deseosa de encontrarse “con el señor Coronavirus” para preguntarle cuándo nos iba a dejar en paz e incluso la hemos visto llorar en las Cortes en dos ocasiones cuando recordaba a los enfermeros y médicos fallecidos en esta crisis. Más relajada según la crisis iba menguando, su complicidad con el Vicepresidente Igea (también médico y también de Ciudadanos) ha sido más que evidente.

Las ruedas de prensa comenzaban a las 13:00 y normalmente le acompañaba otro consejero. Primero las exposiciones, luego un turno de preguntas lanzadas por los periodistas horas antes y para las que la Junta tenía preparadas las preguntas (algo imprescindible para que nos pudiera decir a cuántos enfermeros se les ha realizado el test en la última semana en el Hospital de Ávila) y por último un bloque de preguntas en directo. Fue ahí donde dijo que le habían llegado unas fotos de Soria en las que veía mucha gente en la calle. Declaraciones que le valieron la petición de dimisión por parte de la Plataforma Soria Ya, aunque durante estas semanas se haya referido en términos similares a otras provincias de la comunidad, incluida Valladolid.

Con tantas preguntas y repreguntas las ruedas de prensa se iban a más de hora y media de duración. Y así un día tras otro, sin mayor descanso que el de los domingos, reservados al presidente Mañueco. Y así ha sido como servidor, que apenas conocía a la doctora Casado en el mes de enero ha pasado más tiempo con ella en lo que va de año que con cualquiera de sus amigos. Tanto es así que el día que salió por la noche en informativos Telecinco me hizo hasta ilusión. Y allí me puse a volver a escuchar lo mismo una vez más. Eso sí, reconozco que no han sido pocos los días que este periodista, desde la soledad y la versatilidad del teletrabajo y el hastío de preguntas y respuestas mil veces repetidas, ha decidido empezar a comer teniendo a la consejera de fondo. Así ha sido como hemos pasado 3 meses comiendo con Verónica Casado.

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