CASTILLA Y LEóN
Actualizado 12/06/2020 17:44:49

Como parte del proyecto de investigación “Género y arquitectura en la sociedad romana antigua. Matronazgo cívico en las provincias occidentales", ha publicado junto a otras tres investigadoras el libro "Constructoras de ciudades. Mujeres y arquitectura en el occidente romano". Supone una revisión de la idea de ciudadanía de las mujeres en Roma, revelando su participación en la vida de las ciudades con la financiación de obras cívicas con las que buscaban "honores y privilegios" para sus familias. Las autoras del estudio han acuñado el nuevo término de "matronazgo" para definir todas las acciones benefactoras de las mujeres en las ciudades romanas.

Domitia Vettilla en Emerita Augusta (Mérida); Annia Victorina en Ilugo (provincia de Jaén); Iulia Memmia en Bulla Regia (Túnez); Annia Aelia Restituta, en Calama, actual Guelma (Argelia); o Eumachia, en Pompeya son algunas de las mujeres que contribuyeron a levantar algunos de los edificios públicos que aún se conservan de la antigua Roma.

Casi 400 testimonios de benefactoras de edificios públicos de Roma aparecen recopilados en el libro "Constructoras de Ciudades. Mujeres y arquitectura en el occidente romano" (Editorial Comares) a través de las inscripciones donde se conmemoran la realización de cualquier tipo de monumento publico en una ciudad (epigrafía), y en las que aparecen como únicas promotoras del proyecto o compartiendo la empresa con algún miembro de su familia, en especial su marido.

El libro es fruto del proyecto de investigación “Género y arquitectura en la sociedad romana antigua. Matronazgo cívico en las provincias occidentales", del Programa Estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia del MINECO, en el que participa Henar Gallego, directora del departamento de Historia Antigua y

Medieval de la Universidad de Valladolid, bajo la dirección de Cándida Martínez López, catedrática de Hª Antigua de la Universidad de Granada, y con la colaboración de Dolores Mirón Perez (U. Granada), y Mercedes Soria (U. Sevilla).

Termas, templos, obras de ingeniería, acueductos, pavimentación de calzadas, etcétera, incluso foros, las mujeres de la antigua Roma que contaban con recursos propios suficientes, financiaron desde el s. I a. C. hasta finales del s.III d.C. por todo el territorio del imperio romano, todo tipo de edificios para uso social.

Lo que revela, según Henar Gallego, "que las mujeres formaban parte de la ciudad, de la civitas, y que las que realmente querían y tenían recursos para ello buscaban los mecanismos para participar. Lo interesante es ver cómo utilizan esa riqueza personal desde una perspectiva de la ciudadanía y del conocimiento que tienen de la comunidad".

Precisamente la principal novedad que aporta el libro, añade la profesora de la UVa, "es la revisión de la idea de ciudadanía de las mujeres en Roma. Es verdad que no tenían derechos políticos activos, lo que tradicionalmente nos ha llevado a pensar que desarrollaban una ciudadanía marginal en las ciudades, pero el análisis de todos estos edificios públicos nos dice que realmente forman parte de la ciudad. Asumen esa ciudadanía en las ciudades romanas y son un elemento estructural de la civitas, capaces de actuar en el espacio urbano y modificarle para embellecerle, y colocar sus nombres en los edificios públicos.

Lo importante de la investigación no es poner el acento en que las mujeres de Roma tenían recursos propios con los que financiar estas obras, que eso es algo que ya se conoce porque el derecho romano permitía heredar a las mujeres y recibir legados, de manera que no había problema en que acumularan riqueza personal; sino dar un nuevo significado a esa idea tradicional que se tenía de la participación de las mujeres en la civitas, y cómo buscaban con ello "honores y privilegios", utilizando la misma táctica y mecánica de actuación que realizaba cualquier benefactor masculino".

Por eso, tanto las mujeres de familias con buena posición, como aquellas que estaban en ese proceso de promoción de la familia, buscaban mantenerse o posicionarse, en la comunidad urbana con la financiación de obras cívicas, en la medida de sus posibilidades.

Además, muchas de ellas financiaron también espectáculos de teatro, del circo, la entrada gratuita a las termas para sus conciudadanos; realizaban donaciones alimenticias para los niños y niñas desprotegidos de sus comunidades, es decir, realizaban lo que las autoras del libro han acuñado como "matronazgo" un término con el que tratan de definir todas esas acciones benefactoras de las mujeres en las ciudades romanas.

Algunas de estas acciones de matronazgo tenían lugar "el día de la dedicación del edificio", coincidiendo con la ceremonia de inauguración de edificios públicos y en la que estaba presente la benefactora y su familia en un lugar prominente, acompañada de los magistrados de la ciudades y acompañada de los ciudadanos. Además de recibir ese mérito cívico, que podía transformarse más adelante en capital político, algunas de ellas eran honradas con una estatua publica en la localidad en la que se especificaba el mérito por el que se la erigía esa estatua.

Entre los casos de "matronazgo" destacan:

-Salvia Postuma, en Pola (Pula, Croacia), a finales del s. I a. C., erigió pagado con su dinero tal y como se indica en su dedicatoria, un arco monumental destinado a ensalzar la memoria de su marido e hijos, miembros de una familia prominente de la ciudad, con las estatuas que lo adornan, incluyendo también su propio retrato. Eligió para levantar este memorial familiar un lugar muy transitado, próximo a una de las entradas de la ciudad que llevaba al foro.

-Eumachia, sacerdotisa pública en Pompeya, organizó y financió la construcción de un complejo arquitectónico en el foro, un gran espacio abierto porticado, con un calcídico (una especie de loggia o galería exterior) y una cripta (galería cerrada con ventanales), en las primeras décadas del s. I d. C. Era un espacio polivalente al servicio de la vida económica y administrativa de la ciudad. Ella debía pertenecer a una familia de nuevos ricos unida por matrimonio a una familia noble de la ciudad. Acumuló una enorme fortuna que administró con criterio propio, como la mayoría de las benefactoras.

-Annia Aelia Restituta, perpetua sacerdotisa del culto imperial en la ciudad de Calama, actual Guelma en Argelia, principios del s. III d. C.. Hizo la promesa pública de construir un teatro, y la cumplió, con un coste de 400.000 sestercios. El senado de su ciudad reconoció su mérito erigiéndola cinco estatuas públicas.

-Iulia Memmia, financia y construye las llamadas Termas Memmianas en Bulla Regia (Túnez), en los inicios del s. III d. C. que ocupaban inicialmente una superficie de casi 3.000 m², y contaban con elementos de gran lujo. No se conoce su coste, pero debió ser realmente fabuloso. Ella era miembro de una familia senatorial oriunda de esta ciudad norteafricana.

En Hispania:

-Domitia Vettilla, es una dama senatorial de origen itálico, esposa de un senador y cónsul de origen emeritense. En el s. II d. C. financia un templo dedicado al dios Marte en Emérita Augusta (Mérida), que constituye hoy en día el conocido "Hornito´ de la iglesia de Santa Eulalia, donde se conservan restos del friso y la cornisa con relieves de tema militar, tal y como corresponde al dios de la guerra, donde puede apreciarse la inscripción: MARTI SACRVM VETTILLA PACVLI (consagrado a Marte. Vettilla, esposa de Páculo).

-Annia Victorina, vivió en el antiguo municipio de Ilugo (provincia de Jaén) a finales del s. I o comienzos del s. II d. C.. Financia un acueducto con su propio dinero (suaomni impensa) del que no se conservan restos, pero que se conoce por una placa de mármol blanco veteado, rematada en un frontón triangular con una rosácea hexapétala en su interior. Llama la atención su texto epigráfico en el que se describe la complejidad de las obras realizadas, con puentes, conducciones y estanques de recogida convenientemente ornamentados.

-Baebia Crinita, sacerdotisa romana en la antigua Turobriga (Aroche, Huelva), en la primera mitad del s. I d. C., mandó construir un templo de Apolo y Diana, con un coste de 200.000 sestercios que ella aportó; dar un banquete público y poner una estatua suya. Se ha propuesto identificar el templo que preside el foro de Turobriga con el de Baebia Crinita.

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