Almenar, un pequeño municipio de 200 habitantes al este de la provincia de Soria, sufre periódicamente caídas de la luz. La teleeducación y el teletrabajo son más una desesperación que una realidad en muchos puntos de la España rural.
Suena el teléfono de la redacción. Al otro lado una madre alterada cuenta lo que le acaba de pasar a su hija: “Ella estaba haciendo el examen de la universidad y se ha ido la luz de todo el pueblo”. Su hija ha decidido volver a meterse en la cama deprimida, ella, desesperada no sabe lo que hacer. “He llamado a la empresa y lo único que hace es darnos un número de incidencia” explica. “Es alucinante”.
Lo cierto es que no es la primera vez que Almenar sufre un corte del suministro eléctrico. “Es algo que nos pasa a menudo” lamenta, pero cuando eso ocurre en un momento como un examen universitario la situación se vuelve insostenible. La madre cuenta que las instalaciones del tendido eléctrico están obsoletas y que la empresa, Endesa, no hace nada. “Cada vez que hay una tormenta se va la luz” explica.
Ahora tocará explicar al profesor porque el examen nunca llegó a enviarse y confiar en que pueda entender la situación algo que no siempre es fácil con un profesor de la Complutense. Su otra hija, la hermana pequeña, también ha tenido muchos problemas durante esta cuarentena para seguir el curso online. “Hemos tenido que mandar los deberes por WhatsApp a los números privados de los profesores” relata, agradeciendo que los profesores del Politécnico sean comprensibles con la situación.
“A los políticos se les llena la boca con la España vacía, pero luego a los que queremos vivir en los pueblos la realidad nos lo pone imposible” lamenta esta soriana que recuerda que “yo pago la luz igual que un señor que vive en Madrid y debería tener los mismos derechos”. Los cortes de luz suelen durar varios minutos y tras la vuelta hay que reiniciar todos los equipos. “Es el pan nuestro de cada día y somos un pueblo con oficina de la Caja, panadería y una empresa de embutidos. Así no se puede vivir” sentencia.
El corte de la luz no estaba programado y nadie les avisó. “Nosotros estamos muy a gusto de vivir en el pueblo, pero te desesperas y ves que nadie hace nada”. Hace 6 años un 25 de diciembre el pueblo estuvo sin luz durante toda la tarde. “Parece que nos quieren echar” lamenta. Mientras la luz vuelve la familia confía en que el profesor pueda entender la situación y que estos problemas de la España olvidada no supongan un suspenso para su hija. Lo de arreglar el problema a largo plazo parece una quimera.