Artículo de opinión de Alejandro Ramos, pofesor universitario y secretario de NNGG Soria
En estos momentos parece que no corren buenos tiempos para el mundo de los toros. La tauromaquia está al borde de la quiebra total por el confinamiento del coronavirus. Y precisamente esta situación, es la excusa perfecta para determinados colectivos animalistas y ciertos cabezas de cartel de este manso Gobierno socialista, que están decididos a dar la estocada final a este sector.
En los últimos días, se ha podido comprobar cómo cientos de aficionados de toda España, se han echado al ruedo para reclamar que la Fiesta Nacional no sea abandonada a su suerte. No se puede permitir que una parte muy importante de nuestro patrimonio cultural desaparezca, simplemente porque desde el Ministerio no se quiera echar un capote a todos aquellos toreros, banderilleros, picadores, mozos de espadas, rejoneadores, ganaderos, veterinarios, empresarios taurinos, etc., que están viendo seriamente afectado su futuro y el de sus familias.
A día de hoy, este sector solo ha recibido el puyazo del Gobierno, que está intentando hacer pasar novillo por toro y no es capaz de estar al quite a la hora de poner encima de la mesa ayudas económicas que permitan revitalizar esta actividad, que, en condiciones normales, genera millones de euros, temporada tras temporada.
Los profesionales taurinos no están pidiendo ningún indulto excepcional, simplemente quieren que este sector, sea tratado de la misma manera que el cine, el teatro, la música o los libros. Porque recordemos que los toros también son cultura y son parte del pueblo.