OPINIóN
Actualizado 01/09/2020 11:16:15
Tribuna de invitados

Tribuna de opinión de Soria Patrimonio, agrupación por la defensa y difusión del patrimonio soriano.

Las catedrales son uno de esos elementos que han condicionado la historia y evolución de las ciudades occidentales. Convertidas primero en epicentros de la vida espiritual y urbana, definiendo actividades y tiempos como verdaderos centros de poder, pasaron después a erigirse en reclamo turístico constituyendo todo un símbolo en algunas urbes.

Triple anomalía la de Soria. Primero porque, habiendo obtenido el título de ciudad en el siglo XIII, nunca fue capaz de contar con catedral propia. Y no sería por las pretensiones del Cabildo Colegial de San Pedro -con falsificación de bulas incluida- y del Concejo que reclamaron desde sus orígenes la concatedralidad con El Burgo o directamente el traslado de la sede episcopal de la villa a la ciudad.

La segunda responde a la propia evolución de la población, que pasó de concentrar la vida urbana junto a su iglesia mayor a ver como a partir del siglo XIV comienza a desplazarse el centro urbano, administrativo y económico a la actual Plaza Mayor, consolidándose como centro neurálgico durante los siglos XVI y XVII. A esto contribuyó el desastroso incendio que asoló la parte baja de la ciudad en la segunda mitad del siglo XIV, abandonándose este sector. El aislamiento de San Pedro motivó el traslado temporal del cabildo a San Gil, posteriormente Santa María La Mayor, durante algunos periodos en el siglo XVI y las constantes propuestas de construcción de una nueva colegiata en el centro urbano que llegaron hasta bien entrado el siglo XVIII.

La tercera deriva de las dos anteriores generando una especie de complejo de inferioridad que niega la categoría de San Pedro porque como dicen los propios sorianos: “Soria no tiene catedral”. Y no es así ya que esta “Santa Iglesia” lo es desde el 1959, momento en el que se reformó la diócesis para hacerla coincidir con la provincia y se elevó la dignidad del templo de colegiata a catedral con el título de concatedral. El prefijo “co” o “con” en su título se debe a que comparte la sede con la histórica de Osma y no le resta categoría.

Pero ni con estas los sorianos, y mucho menos los prelados, han sido capaces de mirarla con otros ojos. En un estado de conservación lamentable nos ha llegado, descontextualizada de su entorno, rodeada de asfalto y con calles sin urbanizar que se abren a las laderas del Mirón. No debió ser suficiente el aislamiento urbano de los siglos pretéritos que hubo que desmantelar en los años 60 su entorno derribando palacios y lo que quedaba de la trama medieval en una de las peores intervenciones urbanísticas que ha sufrido esta malograda ciudad. Esta inmensa iglesia columnaria y su importantísimo claustro románico parecen no ser suficientes para que la ciudad deje de dar la espalda a lo que debería ser uno de sus principales reclamos turísticos.

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