Muchas series de comedia, sobre todo las americanas, hacen uso de este recurso a la hora de hacer un chiste o una gracia con el fin de incrementar su efectividad y que el público se ría más. Pero, ¿no gustará más una serie que no haga uso de dichas risas?
Las risas enlatadas son uno de los recursos más comunes y eficaces que existen a día de hoy en el mundo de las sitcoms. Series de gran éxito, como Friends, The Big Bang Theory o Aída, han hecho uso de ellas y con grandes resultados.
Aunque esta técnica, creada en el año 1950 para el programa The Hank McCune Show, tiene éxito por todo el mundo, son muchos los fans que la critican por el hecho de que pueden provocar una carcajada forzosa, sin que se pille el chiste o la referencia que aluden, como si fuera una orden expresa de los guionistas al espectador.
Uno de los ejemplos más conocidos de este tipo de sitcoms por el mundo es Cómo conocí a vuestra madre, una serie que trata de la historia que el protagonista, Ted Mosby, cuenta a sus hijos, acerca de cómo llegó a casarse con su mujer. La serie, de éxito mundial, hace uso de este recurso sonoro, pero, aún así, las carcajadas del público son naturales, ya que las anécdotas que cuenta a sus hijos son tronchantes y absurdas.
Pero también hay sitcoms que no hacen uso de dicha técnica y optan a que el público interiorice los chistes, algo que hace que la risa del espectador venga de dentro, como Modern Family. Esta sitcom que narra un documental ficticio acerca de una familia, los Pritchett, ha sido galardonada con numerosos premios, como por ejemplo cinco Emmys a la mejor serie de comedia, pero, si no recurren a las risas enlatadas, ¿cómo es que tienen tanto éxito? La serie muestra cercanía, ya sea por los problemas familiares que tratan o las acciones que realizan, muy típicas en las familias.
Entonces, ¿debe de haber risas enlatadas en una sitcom? La respuesta es no. Cada uno debe reírse con aquello que de verdad le haga gracia, ya sea por lo absurdo que sea un chiste o porque se sienten identificados. Las risas enlatadas hacen que los guionistas se conviertan en dictadores de la comedia, obligando al espectador a reírse por cosas que no entiende o no interioriza. La comedia es algo muy personal e individual, y no existe un humor, una gracia predeterminada a día de hoy en nuestra sociedad.