Laura Rincón Sanz escribe en la tribuna de invitados de Soria Noticias. Puedes apoyar su petición aquí.
Corren tiempos raros. Preocupa la salud, los contagios de un virus que parece invencible y necesitamos saber cuándo va a acabar esto. Mucho antes de que esto llegase, en Oteruelos, una pedanía de Soria que se encuentra a tan solo 15 kilómetros, ya nos preocupaban otras cosas que ahora os contaré. Pero, primero, quiero acercaros a este pequeño pueblo.
En Oteruelos apenas viven quince personas en invierno y su población en verano supera las cien. Nada más llegar, te encuentras un cartel en el que dice Oteruelos, de esos viejos que representa que en ese pueblo vive poca gente. También un cartel informativo en el que ya apenas puedes leer lo que pone. Podrás ir a la izquierda y dirigirte al barrio de arriba, o a la derecha e ir al barrio de abajo. Ya véis, en los pueblos los nombres nunca han sido demasiado originales. En la plaza principal está nuestra iglesia, posiblemente, aunque pequeña, una de las más bonitas que he visto nunca. También la escuela, solo de pensar que ahí estudiaban nuestros padres ya me parece un lugar de un valor sentimental impresionante. No es raro que alguien del pueblo te cuente alguna historieta de la profesora o las gamberradas que hacían cuando eran más jóvenes. Lo mejor de Oteruelos es, sin duda, nuestro frontón. Uno de los pocos de Soria que está cubierto. Lo utilizamos para todo: nos juntamos en fiestas para comer, los niños juegan cuando hace frio y, como no podía ser de otra manera, echamos partidos de frontón.
Sin embargo, aunque Oteruelos a simple vista parezca un pueblo ideal, lo es porque le tenemos mucho cariño, nos gusta mucho y todos tenemos un denominador común, seguimos yendo cada verano sin falta. Y ahora que por fin nos dejan construir y los vecinos empiezan a tener sus propias casas acondicionadas para pasar el invierno, de vez en cuando se anima alguien que no vive de manera habitual a pasar unos días.
La mayor desventaja de Oteruelos es, sin duda, que no tenemos cobertura móvil. Todos nosotros pensamos lo mismo que acaban de pensar ustedes al leerlo, ¿en pleno S. XXI no tenéis cobertura? No, no tenemos. En casa de mi abuela recuerdo que teníamos el árbol de la cobertura, se pasaba todo el verano lleno de móviles porque cuando estaban colgados de las ramas solían llegar las llamadas. Lo normal es que tengas que andar un kilómetro, acercarte a la carretera principal, para tener una red en condiciones. A veces nos llega algo en la iglesia, pero no siempre.
Este año tan raro habría sido ideal para que familias enteras se mudasen a Oteruelos aprovechando el teletrabajo. Sin embargo, se han encontrado con varios impedimentos: no hay cobertura, no llega fibra y el 4G es prácticamente inexistente. Hoy en día tener buena conexión a internet es una necesidad básica de la sociedad, por no hablar de la cobertura móvil.
Nos sentimos olvidados, sobre todo nuestros mayores, jubilados que les encantaría quedarse largas temporadas en nuestro pueblo y, ¿por qué no lo hacen? Porque si les pasase algo, no podrían llamar a sus seres queridos para que les ayudasen. Tendrían que andar un kilómetro para poder localizarlos y, todos sabemos, que según lo que padezcas, no va a ser posible.
Ojalá esta sea la última vez que hablemos del tema. Ojalá el ayuntamiento de Soria vuelva a reconectar con nosotros. Ojalá dejemos de estar olvidados.