OPINIóN
Actualizado 24/09/2020 09:24:44
Sergio García

Artículo de opinión de Sergio García, director de Soria Noticias.

Vivimos en una dicotomía constante sobre el Coronavirus. Un día uno se levanta, lee los periódicos, escucha a los responsables políticos y echa un vistazo a los datos y no puede menos que llegar a la conclusión de que el confinamiento es inminente. Al día siguiente la situación parece “controlada”, los datos suben, pero menos, el virus parece más flojo que en marzo y uno piensa que no es para tanto. Un día Castilla y León reporta seiscientos y pico positivos nuevos, pero como la semana anterior superamos los mil la cosa parece que va bien.

Y no, la cosa no va bien. Nos hemos plantado en el comienzo del otoño – cuando el tema debería empezar a ponerse complicado – con una base de positivo que solo augura la catástrofe. El dato que anunciaba la catástrofe eran 50 casos positivos por 100.000 habitantes en una semana, hoy hay comunidades que ofrecen ese dato prácticamente a diario. Y no solo es Madrid, por micho que en esta España hipercentrista parezca que todos vivimos en Carabanchel. Navarra y La Rioja están muy mal, le siguen las dos Castillas y Aragón. Por cierto, ¿a nadie le sorprende que las comunidades peor paradas siempre estén en el interior y nunca en la costa?

A finales de septiembre nos hemos plantado en los 100 muertos diarios por Coronavirus. De los cerca de 10.000 nuevos contagiados al día el 10% acaba ingresando en los hospitales. Los datos no son exactos (en realidad ningunos lo son) pero nos permiten hacernos una idea y asumir que la cosa está muy complicada. Y ya sabe, si usted es de derechas la culpa de todo esto la tiene el `coletas´ y Sánchez que no hacen nada y si usted es de izquierdas todo esto nos pasa por los recortes del PP. Si ni con 100 muertos diarios y en medio de una pandemia mundial somos capaces de apartarnos del barro político no tenemos más que lo que nos merecemos.

Porque en esta España nuestra somos muy de buscar culpables y poco de poner soluciones. Los primeros los ciudadanos que tenemos nuestra propia dicotomía sobre el Covid. Queremos que el virus se vaya se vaya, pero no estamos dispuestos a hacer lo único que se ha demostrado eficiente para pararlo; reducir al mínimo imprescindible y a grupos muy pequeños y muy fijos nuestra vida social. Nos hemos pensado (o hemos querido pensar porque tontos no somos) que con un bote de gel en cada tienda esto estaba controlado. Porque lo fácil es poner un tweet o salir a aplaudir cuando toca y lo difícil es renunciar a esas vacaciones que este año nos apetece más que nunca.

Y allá vamos, otra vez hacia el abismo. Con la soberana estupidez de que nos obliguen a llevar la mascarilla cuando caminamos solos por la calle (como si toda España fuera la estación de metro de Callao y aquí volvemos a lo del centralismo), para quitárnosla en cuanto llegamos a ese cumpleaños familiar, a la oficina o a esas cañas con los amigos en la Herradores que son – realmente – los lugares donde realmente sí hay riesgo de contagiarse.

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