Amplias zonas de La Póveda, Piqueras y Urbión sufren ya una invasión de estos ácaros que son temidos por seteros y cazadores.
Durante el otoño, un paseo por el monte soriano puede resultar delicioso no solo porque permite disfrutar de un entorno excepcional, sino porque al regresar a casa la cocina espera para sacarle el máximo partido a los tesoros que este guarda, setas y hongos únicos por sus características.
Pero ese paseo, alguna que otra vez, tiene conscuencias inesperadas para los seteros más inexpertos. Los huevos de ácaro rojo ya han eclosionado y las larvas pueblan nuestros montes por lo que la prevención de las picaduras es mejor que lamentarse durante horas de sus picores.
El ácaro rojo, Neotrombúcula Autumnalis, vive en zonas altas de pinares y monte bajo, en puntos situados entre los 1.200 o 1.300 metros metros sobre el nivel del mar. En la provincia de Soria se localizan en zonas de La Póveda, Piqueras y Urbión y, aunque tienen una vida muy corta pues mueren con las temperaturas bajas del invierno, atacan a animales y humanos.
Sus picaduras producen una importante reacción en la piel debido al líquido que inyectan al picar, muy irritante y que provoca intenso picor. Por ello, se recomienda llevar repelentes de insectos y evitar que sobre todo los perros pisen el monte en esta época. Otros consejos son portar ropa clara y usar botas de goma.
Si a pesar de la prevención aparecen las picaduras del ácaro rojo lo mejor es lavar la zona con agua y jabón. Las picaduras de ácaros rojos suelen curarse solas en el plazo de una a dos semanas pero se puede aplicar un poco de loción de calamina o compresas frías para aliviar la picazón. Intenta no rascarte demasiado, porque esto podría infectar la picadura.