¿Para qué se utiliza cada test? ¿Cómo se hacen? ¿Son efectivas las pruebas de detección masivas?
El coronavirus ha dado un vuelco a todo lo que conocíamos como vida, y en el caso del lenguaje no iba a ser distinto. Ha provocado que los tecnicismos sanitarios se hayan incrustado en lo común, que términos como ‘PCR’ adquieran un papel protagónico en las cañas del vermú, que hablar de serología sea la tónica en la sobremesa. En definitiva, que el lenguaje especializado se haya mimetizado ya con el mundanal ruido y no sepamos dónde va qué.
En medio de esta vorágine, entre tanta distorsión, Mónica Álvarez, responsable de Seguimiento de Vigilancia Epidemiológica (RESE) en el área de la provincia de Soria, cuenta a este diario qué es eso del nuevo test de antígenos, por qué han cambiado los criterios de la Junta desde la semana pasada o si realizar PCR masivas es útil para conocer más sobre la enfermedad.
Según el documento de ‘Estrategia de detección precoz, vigilancia y control de covid-19’, actualizado a 25 de septiembre de 2020, la PCR es “la técnica de referencia para el diagnóstico de infección activa en pacientes tanto sintomáticos, como asintomáticos”. Su fiabilidad es alta, entre un 80-90% de sensibilidad (capacidad de la prueba para detectar la enfermedad en sujetos enfermos) y más del 99,5% de especificidad (capacidad de la prueba para detectar la ausencia de la enfermedad en sujetos sanos).
Las PCR forman parte de las pruebas diagnósticas de infección activa (P.D.I.A), el tipo de test que comprueban si en un organismo hay presencia de covid-19. “Lo que detecta esta prueba, concretamente, es el ARN viral”, matiza Mónica. El ARN es el código genético del virus. “El SARS-CoV-2 tiene un tipo específico de ARN y lo que hace la PCR es buscar ese material genético que nos indica que es ese virus”.
El proceso de realización es laborioso, eso sí: requiere pasos previos de inactivación de la muestra y extracción de ARN, a través de un exudado nasal y faríngeo o una muestra de saliva. El problema es que los resultados tardan como mínimo de 12-24 horas, porque estas pruebas se analizan en laboratorio. “En Soria, con la situación actual, podemos hacer PCR porque la sanidad no está saturada, pero en Madrid un resultado puede tardar hasta siete días”, subraya la RESE.
Otra de sus limitaciones, según la estrategia de detección precoz, es que la sensibilidad de la prueba depende solo de la carga viral que haya en el momento en el que se realiza, por lo que “un resultado negativo en un paciente con síntomas no descarta por completo la infección”.
A finales de septiembre, la Junta de Castilla y León informaba sobre la adquisición de unas nuevas pruebas para la detección de la covid-19. Se trataba de los test de antígenos. Aunque este test también se basa en detectar el virus “lo que busca esta prueba concretamente son las proteínas de superficie del virus, los antígenos, de ahí su nombre”, cuenta la responsable de Seguimiento.
El punto fuerte de la prueba de antígenos es que da un diagnóstico rápido, en unos 15-20 minutos en el lugar de atención sanitaria y mediante un procedimiento sencillo y de bajo coste.
Sin embargo, el hándicap al que nos enfrentamos con los antígenos es la fiabilidad: hasta la fecha y de forma general, la prueba de antígenos tiene una sensibilidad por debajo del 50-60%. Por otro lado, en el documento de Estrategia de detección de la covid-19, figura que “recientemente se han desarrollado nuevas pruebas de detección de antígeno que presentan unos buenos resultados de sensibilidad (>90%) y especificidad (>95%)”, respecto a la PCR en estudios de pacientes sintomáticos con menos de siete días de evolución”. Aunque también sugiere que “en pacientes asintomáticos la sensibilidad podría ser alta”.
Por este motivo, María subraya que, aunque los test de antígenos suponen “un gran avance”, no han venido a sustituir a las PCR, sino que “son pruebas complementarias”. “Cada comunidad lo adapta en función de su situación epidemiológica: su saturación, el material del que dispone, etcétera. En Soria ahora mismo, por ejemplo, priorizamos el test de antígenos cuando se trata de niños sintomáticos en edad pediátrica, porque de esta forma el colegio no tiene que estar esperando 24 horas para saber si tienen que cerrar un aula. Los aviso en 20 minutos y así se aplican los protocolos cuanto antes”, matiza.
Estos test también funcionan con material nasofaríngeo, al igual que la PCR, y se basan en la inmunocromatografía. "Es un kit, muy similar a un test de embarazo. Primero se prepara un tubo específico, en el que vierte material reactivo antes de realizar la prueba. Después, el sanitario coge material nasofaríngeo con un isopo y lo mete en el tubo con el material reactivo. Tras esto se cierra el tapón y se le da cinco vueltas, para que se impregne bien. El tubo tiene un tapón en el otro extremo con un dosificador. Se echan cinco gotas en la placa que comentábamos al principio y se espera unos minutos para ver el resultado".
Las pruebas de anticuerpos son las que detectan si has pasado o no la covid-19. El más utilizado en España es el test ELISA que, a través de una extracción de sangre, determina tu inmunidad ante la enfermedad.
Existen distintos tipos indicadores para medir los anticuerpos, pero para llevar a cabo estas pruebas los sanitarios se centran en los IgM y los IgG. “Lo que indica el IgM es si la infección está activa, si tu organismo sigue luchando contra el virus. Por otro lado, el IgG marca si la infección está ya resuelta, si ya tienes anticuerpos ‘duraderos’ ante el virus”.
Lo normal es pensar que, por esta regla de tres, un test serológico también podría ser válido para comprobar si estamos infectados. Sin embargo, Sanidad no recomienda utilizar este tipo de prueba para detectar la enfermedad. “El tema de los indicadores es muy complejo de interpretar y no es recomendable para confirmar casos. Puede darse la situación, por ejemplo, de que una persona asintomática dé a la vez una IgM positiva y una IgG y que en realidad ya haya vencido al virus”.
Desde el 14 de marzo, los datos del total de contagios acumulados, facilitados por la Junta, incluían pacientes con sospecha clínica de enfermedad, aunque no se les hubiese realizado una prueba diagnóstica. Pero a mediados de la semana pasada, esta cifra figuraba en el Portal de Transparencia de la Junta con un criterio diferente: hablaba del total de confirmados, “mediante PCR, test A.C., ELISA y test Ag.”.
Desde el punto de vista de Álvarez, se debe a que “en marzo no teníamos capacidad para hacer prueba a todo el mundo que mostraba síntomas. Ahora tenemos más capacidad y las empresas crean más pruebas. Antes estábamos colapsados. Esto va evolucionando, y por eso han aparecido pruebas como el test de antígenos para diagnosticar”.
Muchos sanitarios difieren en este tema. Los hay que opinan que los países donde más PCR se han realizado a nivel poblacional, independientemente de sospechas o no de contagio, son los que mejor han sabido enfrentarse al virus. No es el punto de vista de María. Para ella los cribados poblacionales “tienen que tener un sentido”, por la dificultad a la hora de interpretarlos. “Para hacer test de forma masiva tenemos que tener indicios de una incidencia alta dentro de un determinado sitio: una residencia, un colegio… Una PCR a todo un pueblo no tiene sentido”.
Álvarez comenta esto por los matices que derivan del diagnóstico del virus, su ‘letra pequeña’. “Hay personas que pueden dar positivo en una PCR durante siete semanas, como ha pasado con algún sanitario. Pero esto no quiere decir que la persona siga contagiando la covid. Significa que al realizarle la prueba quedan fragmentos, restos del virus aunque no siga transmitiéndolo. Por eso, hacer un cribado sin buscar algo concreto en un sitio determinado o con una incidencia muy alta, no tiene sentido, porque no podemos interpretar los resultados”.