REPORTAJES
Actualizado 02/11/2020 18:25:16
Marina López

La investigadora soriana forma parte del Grupo de Investigación en Medicina Reproductiva del Instituto de Investigación Sanitaria La Fe, primero en el mundo en aplicar con éxito la técnica del ganglio centinela contra el cáncer de ovario.

Tiermes Marina (Soria, 1985) es ginecóloga. ‘Solo’ ginecóloga, aunque esta estudiando un fellowship' (título de investigación) en ginecología oncológica, el Ministerio de Sanidad no reconoce las subespecialidades. No las convalidan con nada. No son válidas. No existen. Ahora está más centrada en la investigación clínica y forma parte del Grupo de Investigación en Medicina Reproductiva del Instituto de Investigación Sanitaria La Fe, primero en el mundo en aplicar con éxito la técnica del ganglio centinela contra el cáncer de ovario. Charlamos con ella sobre esta nueva técnica, la precariedad en la sanidad, y cómo llegó a interesarse por el mundo de la investigación.

¿Qué es el ganglio centinela?

Se trata de uno de los mayores hitos de la medicina ginecológica, porque ya se utiliza en otros cánceres, como el de mama, de forma validada. Es una técnica que sirve para detectar tumores en estadios iniciales, en este caso, el del cáncer de ovario. El ganglio centinela es el primero que va a las células tumorales, el primero al que drenan. Y si lo analizas y está limpio seguramente el resto de ganglios de la zona que analices (que en el caso del cáncer de ovario es a nivel de la pelvis), también lo estén. Con este estudio se han conseguido resultados muy buenos, del 100% de detección del tumor en las veinte pacientes en las que se ha realizado.

¿Cómo es el procedimiento de esta técnica?

Es mayoritariamente quirúrgico, pero participan muchos servicios. Primero hace falta inyectar un radiotrazador, una sustancia que se aplica dentro del organismo para diagnosticar o tratar enfermedades. Por lo que intervendría la medicina nuclear. Luego, a través de una sonda gamma, hay que detectar el ganglio centinela. Una vez detectado es un patólogo el que tiene que analizarlo. Lo bueno de esta técnica es que el ganglio se estudia de forma más concreta. Se corta con micras y se analizan milímetro a milímetro. Esto permite detectar metástasis y micrometástasis o células tumorales aisladas, por lo que se estudia mucho mejor. Y podemos detectar metástasis que con la linfodenectomía, no. El objetivo de estos estudios es que al final se sepa tanto del tumor (en caso de que lo haya) que podamos hacer un tratamiento individualizado. Vamos hacia eso, hacia una medicina más específica para los pacientes. Porque ahora mismo para el cáncer de ovario aún se utiliza por protocolo quimioterapia de los años 60.

¿En qué se diferencia la técnica del ganglio centinela con la linfodenectomía? La técnica que se utiliza a día de hoy para detectar un cáncer de ovario.

En la linfadenectomía extirpas todos los ganglios de la zona. Todo eso lleva cierta morbilidad y es muy invasivo. A las mujeres esto les afecta físicamente a corto o largo plazo, porque al final estás muy cerca de estructuras vasculares y nerviosas.

El ganglio centinela tiene muchísimas ventajas porque simplemente se extrae un ganglio, por lo que es menos invasivo; se analiza de forma mucho más precisa, lo que ayuda a afinar el diagnóstico y disminuye el tiempo quirúrgico. Pero, como comentábamos, este estudio es muy inicial y aunque ahora mismo los resultados son buenos, faltan muchos años para poder aplicarlo como técnica.

Infografía de la técnica del Ganglio Centinela. /Fuente: SENTOV

¿Cómo empezó este estudio?

Empezó en 2017 e inicialmente no estaba planteado como un estudio del ganglio centinela, sino para valorar que el fármaco que se utilizaba para la detección tumoral no era dañino. Como la situación de la investigación en España no es muy buena, este estudio se financió a través de una campaña de crowdfunding, cuando Víctor Lago, el médico que dirigió esta iniciativa, estaba contratado como investigador clínico en La Fe, a través de una fundación. No hay nada de dinero público en el proyecto. Además son muy difíciles de iniciar porque hay que hacer muchísimos trámites burocráticos.

También, como comentábamos antes, esta técnica requiere especialistas diversos y en España a los médicos no nos dan tiempo para investigar dentro de nuestra jornada laboral. Había que buscar especialistas que pudiesen trabajar por las tardes o fines de semana. Igualmente, estamos muy contentos, porque todo está saliendo bien y el estudio se ha publicado en la 'International Journal of Gynecological Cancer', una de las revistas ginecológicas con más impacto.

¿Y en qué punto estáis ahora? ¿Hacia dónde va?

El proyecto futuro es hacer lo mismo, pero valorando la técnica. Para eso son necesarios más pacientes y más hospitales. Un estudio prospectivo y multicéntrico. Ahora mismo buscamos financiación. Lo vamos a intentar con una beca del Ministerio y si no, tendremos que hacerlo con la de alguna empresa privada, porque hace falta mucho dinero. El borrador está, pero claro, mi compañero ahora mismo en el paro. En España la investigación clínica es así. Un día estás en lo más alto y formando a gente, se acaba la contrato y, por el sistema de bolsa que funciona en este país, puedes acabar en la calle.

Foto: Grupo de Investigación en Medicina Reproductiva del Instituto de Investigación Sanitaria La Fe. / Fuente: Instituto de Investigación Sanitaria La Fe

¿Crees que la covid-19 ha demostrado lo importante que es la investigación y que en algún momento será un pilar fundamental en la economía como lo es ahora el turismo?

Ojalá cambie, pero siempre se pone en valor a los sanitarios e investigadores cuando ocurre una catástrofe de este tipo, nunca antes. Si no cambiamos la mentalidad y desde Sanidad no se invierte más en investigación va a ser complicado. Mucha gente tira la toalla por culpa del sistema.

Por otro lado, trabajar en investigación es muy precario. Sí es cierto que el Ministerio concede algunas becas, pero son necesarias más y una mejor gestión de los contratos. Los médicos que trabajan en los hospitales como investigadores clínicos no están contratados por organismos públicos, sino por fundaciones. Contratos privados, vaya. Si eres médico y te gusta la investigación clínica, tienes que buscarte la vida para presentar una propuesta y conseguir una beca. Además, estos contratos no están bien pagados y son inestables, porque duran lo que dura el proyecto. Yo, por ejemplo, con mi contrato de investigadora, trabajo también como médica en el hospital haciendo guardias para poder tener un sueldo digno. Otro de los problemas que derivan de esto es que las horas trabajadas con contratos de investigación no cuentan para bolsa, así que cuando la beca acaba y sales al mundo laboral tienes menos oportunidades, aunque hayas estado trabajando durante todo ese tiempo. No hay derecho.

No se hace una buena gestión, entonces.

Para empezar, las subespecialidades no están reconocidas como tal en España. Yo, por ejemplo, estoy dedicando 3 años a formarme en cirugía oncológica, pero es un título que, aunque lo expide la ESGO (European Society of Gynaecological Oncology) un referente a nivel europeo; el Ministerio de Sanidad no lo convalida. No es válido. No sirve en España. Este tema se ha llevado varias veces al Ministerio porque en el resto de Europa las subespecialidades sí están reconocidas. Sí hay contratos de ginecólogos oncológicos, por ejemplo. Yo creo que esto ocurre porque aquí el sector sanitario funciona a través de una bolsa de empleo. Siempre viene mejor tener a médicos con una formación más general, aunque las especialidades sean muy amplias. Porque sirven para todo. Es una pena porque España es pionera en muchas cosas y no tenemos nada que envidiar en formación especializada a profesionales de otros países de la Unión Europea (UE). Al final muchos compañeros tienen que irse a trabajar al extranjero para que reconozcan su formación.

¿Hay paridad en el sector de la investigación?

Bueno, en investigación clínica yo creo que cada vez somos más mujeres. No es un sector como, por ejemplo, la cirugía donde sí hay mucha más presencia masculina.

Sin embargo, en puestos de poder sí hacen falta más mujeres. Investigadoras hay, pero en las posiciones más altas, como dirección hay pocas mujeres. También en los congresos, tú ves la plana de ponentes y solo hay hombres normalmente. En ginecología oncológica yo lo veo mucho. De cualquier forma, la cosa ha cambiado mucho y sigue cambiando. La medicina era un área reservada a los hombres, pero cada vez hay más mujeres.

¿Cómo animarías tú a una niña de Soria a ser investigadora?

Creo que es una cosa que te tienen que inculcar un poco para que te guste. Que fomenten tu curiosidad. Es muy reconfortante, aunque en los tiempos que corren te den ganas de salir huyendo (risas). Es necesario contarles que trabajas para ti y para la comunidad, y que lo que estás haciendo va a dejar huella y que otras investigaciones futuras se van a basar en eso y que muchas personas van a beneficiarse, curarse o mejorar su calidad de vida gracias a tu trabajo.

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