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PROVINCIA
Actualizado 17/11/2020 11:30:24

En la provincia hay lugares que el tiempo, en ocasiones, borra de la memoria y que bien merecen ser visitados. El espacio expositivo de la pedanía almarceña guarda secretos de otras épocas, no muy lejanas, que es necesario conocer.

Casi dos décadas y media lleva abierto el Museo Etnográfico de San Andrés de Soria, pedanía distante apenas medio kilómetro de Almarza, cabeza del municipio. La antigua casa municipal del pueblo acoge una muestra que cuenta con catalogación oficial como 'Colección museográfica' y que también está integrada en la 'Red de Museos de Castilla y León'. Avales que refrendan la calidad de este espacio que abría sus puertas, con el afán de los vecinos bajo la batuta del Ayuntamiento.

En un edificio singular, y con diversas estancias, el museo repasa cómo era la vida hace, al menos, un centenar de años, trayendo a la memoria episodios y vivencias de los más mayores materializadas con objetos e ingenios que acompasaban la vida diaria, ya fuera en la cocina, en la escuela, en el campo o en diversos oficios del medio rural, hoy ya, prácticamente desaparecidos.

La alcaldesa del municipio, Ascensión Pérez, explica que en estas depencias se hallan guardados celosamente utensilios que desvelan el devenir de tiempos que, aún pareciendo lejanos, sí que son actuales, porque todavía se mantienen en la memoria de los mayores. Piezas con un vocabulario específico, puro y castellano y no olvidado, que llaman a la necesidad de ser conocidas para conservar un bagaje que es propio y colectivo.

"La mayoría de las piezas, diríamos que el 90% han sido aportadas por los vecinos del municipio", afirma Pérez, lo cual supone, todavía más, un valor añadido a la localidad, que se esforzó y sigue haciéndolo, para mantener en buen estado todo lo que está expuesto.

La alcaldesa no oculta el orgullo de sus paisanos, partícipes de esta joya etnológica que es visitada por muchos colegios de la provincia , -recientemente, escolares de Golmayo se acercaban al museo- para que tengan constancia sobre los devenires cotidianos hace un siglo. O menos.

Palabras como tumbilla, zoqueta, morillos, plancha de ascuas, artola, serón, vertedera... son nominaciones de útiles u objetos que eran usados con la acostumbrada normalidad de entonces, muy distante en lo que son los términos que la sociedad actual, más urbanita y dependiente de las nuevas tecnologías.

El museo, que tiene carácter permanente, no está cerrado, permaneciendo siempre dispuesto a acoger nuevas piezas, que serán catalogadas y datadas convenientemente, tal y como se hallan las ahora expuestas. Escenas como la antigua escuela, la barbería, la fragua, las estancias domésticas, la labranza y sus aperos, la mantequilla, etc. suponen una extensa relación de objetos por descubrir y sorprender en la mayoría de los casos.

El Ayuntamiento también se halla trabajando en sumar una herramienta para ahondar, aún más, en la difusión de los contenidos, para lo que prevé un audiovisual que exponga cómo todo lo que se muestra fue indispensable en otros tiempos.

Quizá, en estos tiempos de pandemia y de confinamientos, una visita al Museo Etnográfico sirva para la reflexión de pequeños y mayores en lo que es descubrir la sencillez de épocas donde las carencias y los impedimentos de la vida no eran obstáculo para lo habitual, al contrario de las complicadas dificultades con las que se afronta ahora el día a día.

El museo está abierto todo el año. Puede ser visitado de viernes a domingo en horario de 11:00 a 14:00 y de 16:30 a 19:30. También está disponible para grupos escolares o turísticos con cita previa. El número de teléfono del Ayuntamiento es el 975 250 050.

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