Clemente Palacios Huerta no es un artista al uso. Ni siquiera sabe si lo es. Solo quiere hacer lo que le gusta, ser feliz trabajando y disfrutar, entre otras cosas, de tallar la madera, que además de una técnica implica una singular filosofía de vida.
Ha hecho una única exposición de sus tallas de madera en su vida, y sus figuras están ya en numerosos países del mundo: Inglaterra, Alemania, Francia, Suecia, Japón, Australia… El artista es un hombre que se ha ‘forjado’ a sí mismo, y nunca mejor dicho, teniendo en cuenta que dice que, de profesión, es herrero.
Pero, ¿qué tiene que ver la madera con el hierro? ¿Que los dos son unos elementos básicos y fuertes para construir, a la vez que moldeables y delicados para la creatividad? Puede ser. O también que, para Clemente Palacios Huerta, son los materiales entre los que se ha desenvuelto, felizmente, su vida, que es lo mismo que decir su trabajo, porque para este soriano de Chaorna felicidad y trabajo van de la mano, son inseparables. Reconoce que muchos no lo entienden cuando asegura que él es feliz trabajando, o que trabajar es lo que dignifica la vida de una persona. "Que si soy tonto, me han dicho. Pero están muy equivocados", sentencia.
Desde que era un chaval no ha parado de trabajar, y ahora -con 78 años- talla figuras, bustos o ‘cabezones’ (como dice él), y hace garrotes. El fin es no parar y trabajar; en definitiva, ser feliz. Unos bastones que, durante décadas, ha ido regalando a los abuelos del barrio de la Jota de Zaragoza (donde ha vivido más de 40 años), de su pueblo -Chaorna-, del de su mujer Carmen -Fuentetovar-, o de la Cala del Moral (Málaga), donde ahora reside parte del año.
La afición de la talla en madera la inició hace muchos años, cuando trabajaba y vivía en Zaragoza. “Había muchos abueletes que no llevaban bastón, y me recordaban a mi abuela Juana, que iba pegando con las narices en el suelo por no llevar uno. Y así empecé a aficionarme a hacer bastones para regalarlos”, cuenta.
“Cada vez me gustó más la madera y, antes de jubilarme, empecé a tallar figuras, como frailes, monjas o bustos, personajes que sacaba con la madera que buscaba por el monte. En Soria tallo con sabina, sobre todo, que en mi pueblo hay mucha. Y desde que me jubilé y nos fuimos a vivir los inviernos a Málaga, donde vive un hijo, puedo recoger mucha madera de olivo, porque donde estoy, en la Cala del Moral, hay cuestas que eran olivares y ahora están abandonados. Son dos maderas muy generosas para moldear”.
El responsable del centro cultural de la Cala del Moral, como sabía que Clemente Palacios regalaba bastones, le propuso la posibilidad de hacer una exposición. “Y tanto insistir, acepté, teniendo un éxito tremendo”, dice este singular artista. Expuso 120 bastones y más de 80 figuras. Y lo más llamativo es que vendió casi todo lo expuesto, y eso que tuvo que adelantar el cierre de la muestra una semana por el coronavirus. La exposición era del 14 de enero al 20 de marzo, “pero tuve que retirarla antes por el bicho”, recuerda.
“En la Cala del Moral hay muchos turistas, que no sé qué vieron en mis sencillas y rústicas figuras, que les llamó la atención y empezaron a comprármelas. Yo no salía de mi asombro, aunque también era una satisfacción, el reconocimiento a un trabajo que hacía por entretenimiento, porque trabajar me hace feliz, y ahora paso mi tiempo en esto. El caso es que vendí prácticamente todo”, apunta.
La fragua de Chaorna estaba al lado de su casa, "y desde que valí andar me gustaba estar ahí. Había veces que mi padre me buscaba para ir a algún sitio, y me escondía en la carbonera de la fragua, y así empecé a hacer cosas con el herrero", explica.
A los 13 años tuvo la oportunidad de ser aprendiz en una fragua de Alconchel de Ariza (Zaragoza), y a su padre le pareció bien la idea de que aprendiera un oficio, aunque también influyó que fueran siete hermanos, y el campo no "daba" para todos.
De ahí fue a Zaragoza, donde ha trabajado en dos empresas: TACA (que carrozaba camiones basculantes) y General Motors (donde fue jefe de sección). Este soriano de espíritu inquieto y con corazón de ingeniero, no ha dudado en dedicar tiempo en 'inventar' soluciones que ayudaran a esas empresas.
Por ejemplo, diseñó el primer prototipo de puerta automática en camiones basculantes, mediante un sistema mecánico. O en la planta de Opel se le ocurrrió aprovechar los recortes de la chapa de los coches, para hacer un pieza de protección que necesitaban los rodamientos de la cadena, y que encargaban a otra empresa externa. Una idea que luego se aplicó en otras plantas de la multinacional. Pero sus 'inventos' son variados, también de utilidad doméstica, como una máquina para partir almendras o nueces.
Y su faceta artística también la llevó a la forja, ya que -además- trabajaba en un taller, algunas horas durante la semana. "Nunca he llevado reloj para trabajar, y a las personas que estaban a mi cargo les decía que se lo quitaran, que trabajaran a gusto".
DESPOBLACIÓN
Clemente sigue vinculado a Soria, y la despoblación de sus pueblos le duele. "Es lamentable, es triste. Porque ahora mismo habría recursos para más personas. Hay que reinventarse y hacer cosas diferentes. Aprovechar más la ganadería extensiva o el regadío, si hablamos del campo". Él es uno de los que se marchó. Reflexiona: "Las cosas no están bien, pero hay gente que prefiere vivir del maná del Estado que hacer ciertos trabajos. Esto no es bueno".