OPINIóN
Actualizado 27/01/2021 11:39:39
Sergio García

Tribuna de opinión de Sergio García Cestero, director de Soria Noticias.

En este mundo distópico en el que vivimos, donde no podemos movernos con libertad, grandes multinacionales americanas deciden qué puedes leer y que no e idiotas disfrazados de ¿idiotas? asaltan el Capitolio, nada puede sorprendernos. Tal vez por eso hemos asumido con una pasmosa normalidad que el Ministro de Sanidad del Gobierno de España deje su puesto en mitad de una pandemia sanitaria mundial.

Salvador Illa deja el ejecutivo para ser candidato del PSOE a la Generalitat. Que es algo así como si Fernando Alonso en mitad de la última carrera y luchando por el campeonato del mundo se bajase del coche para ser candidato a presidir la Asociación de Madres y Padres del colegio de su hijo. Por muy noble y necesaria que pueda considerarse esa ‘misión’, nadie lo entendería y su jefe, obviamente, no le dejaría hacerlo. Pero recuerden, esto es política, estamos en España y vivimos en el año 2021.

En realidad, Illa lo único que hace es seguir con su camino trazado hace un año. Salvador era la cuota del PSC en un Gobierno mastodóntico donde había que colocar a mucha gente. Por ello se trocearon ministerios y se crearon otros, como Consumo o Universidades, sin competencias reales, pero con partida para dar puerto a decenas de apesebrados. Supongo que será lo que tienen los gobiernos de coalición y tendremos que acostumbrarnos a rascarnos el bolsillo. A más partidos, más gente que mantener. ¡Vaya drama de país!

Me dirá el lector, y con razón, que Sanidad ya estaba ahí. Y efectivamente, se trata de un ministerio histórico sin competencias desde que las mismas fueron traspasadas a las Comunidades Autónomas y que se utiliza para esto. Sánchez puso a Illa ahí para cumplir con la cuota de los socialistas catalanes y para que se trabajase políticamente a los independentistas catalanes, tan necesarios para la escuálida mayoría parlamentaria del PSOE y Unidas Podemos. Se puede alabar, sin duda, que ni una pandemia mundial ha logrado torcer el destino de Salvador Illa. Pronto veremos camisetas con su cara.

Porque esto es así, y el PSOE lo elige a sabiendas de que las encuestas dicen que goza de gran popularidad y muchas opciones de ganar en Cataluña. Yo, en ocasiones, pienso que somos gilipollas, aunque igual nuestro único pecado es el conformismo. Como cabeza visible, su gestión de la pandemia no se puede calificar de otra forma que desastrosa, con un número de fallecidos que va camino de los 100.000, unos semáforos que cuando se ponían en marcha ya se habían quedado viejos, una cogobernanza del hortelano, unas decisiones siempre tardías y lastrado por las nada atinadas predicciones de un doctor Simón que, como jefe de las alertas, deja mucho que desear.

Todo eso, me temo, se quedará y por el camino perderemos su gran valor; su talante tranquilo, su espíritu filosófico y sus formas pausadas. Y más nos vale que tenga suerte en Cataluña…

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