Las cifras de la tercera ola son devastadoras. La primera semana de febrero ha sido la más letal desde el inicio del mes de abril.
La naturaleza del ser humano es cruel, le lleva a acostumbrarse a cualquier situación y los momentos más terribles parecen llevaderos con el paso del tiempo. Esto es lo que está sucediendo con la pandemia del coronavirus. En sus primeros compases, allá por marzo y abril de 2020, los muertos producían escalofríos y cada cifra se vigilaba con lupa.
Casi once meses después de que se declarase el primer contagio en la provincia de Soria, todo apunta a que hemos olvidado que detrás de cada número está una persona con nombre y apellidos, una familia y un grupo, más o menos numeroso, de amigos. Esta semana en Soria no admite otro calificativo distinto al de negra. Desde el lunes 1 de febrero han fallecido 19 personas en el hospital.
19 personas han abandonado para siempre la provincia de Soria, un área que no alcanza los 90.000 habitantes. Cuesta creer que todavía exista quien niegue la mayor y, en un territorio donde nos conocemos casi todos, se atreva a pensar que esto es un invento de las élites para manejarnos. Esta semana han llorado demasiadas personas y lo peor puede estar todavía por venir.
Verónica Casado, consejera de Sanidad, afirmó que el pico de ingresos en las UCI de la Comunidad no llegará hasta el final de la semana que viene (alrededor del 14 de febrero. Por su parte, Yolanda de Gregorio, delegada territorial de la Junta en Soria, ha señalado que los próximos 15 días serán determinantes para empezar a reducir la tensión en el hospital de Soria.
Soria tiene demasiados ingresos en la unidad de críticos por delante y la estadística oficial es que fallece el 30% de los que llegan a la UCI. Tampoco esta cifra tiene rostro por el momento pero acabará adoptando muchos. Estamos a tiempo de evitar algún fallecimiento, pensémoslo.