Aunque la pandemia nos ha dejado sin carnaval, podemos aprovechar para preparar un plato muy carnavaleo y de invierno, como son las sopas castellanas de ajo. Sencillas, sobrias, contundentes y sabrosísimas, para compensar el frío invernal. A veces las disfrutamos en los restaurantes, pero en este tiempo de semi-confinamiento, podemos atrevernos a prepararlas en casa.
Como en casi todos los platos tradicionales, hacer las sopas de ajo con cariño resulta básico, ante su aparente sencillez. Para empezar, pelamos y fileteamos unos dientes de ajos. Los salteamos en la cazuela con aceite de oliva virgen, donde vamos a hacer la sopa. Cuando tengan un color dorado, que no se quemen, añadimos taquitos de jamón, en trozos pequeñitos y, si se quiere otros trocitos de chorizo. Luego, añadimos varias rebanadas de pan, para que se tuestan y cojan el gusto del ajo, del jamoncito y del chorizo. Es mejor que el pan sea de hogaza, de leña. El tamaño de la rebanada, a gusto. Hay quien prefiere el pan de la sopa más entero, y otros más desmenuzado.
Cuando ya está todo refrito adecuadamente, se retira la cazuela del fuego y se echa pimentón dulce, al gusto, que aporta sabor y color. Que no se queme el pimentón.
Con todo revuelto, vuelve la cazuela al fuego. Se echa agua o caldo, y se deja con un fuego muy suave, sin que rompa el punto de cocción unos minutos, para luego poner fuego medio. Cuando hierva, echar otras rebanadas de pan, también tostadas previamente con aceite de oliva, para que reblandezcan.
La final se echa el huevo, para que se vaya haciendo en el último momento con el calor de la cocción. Los huevos se pueden romper, se pueden echar enteros, o se puede separar la clara de la yema. Elige lo que más te gusta.
Sobra decir que es un plato contundente, que hay que tomar muy caliente. Ideal para estas fechas invernales. Y será todo más divertido, si nos disfrazamos en casa para preparar las sopas.