El soriano, ingeniero especializado en integración y pruebas en la empresa Airbus, ha puesto su granito de arena para que la tecnología española llegue a Marte a bordo del Perseverance. Nos explica que es el MEDA y que diferencia a las unidades electrónicas que lleva el rover de las que tenemos todos en casa.
Perseverance, el último rover de la NASA, está ya en Marte. En medio de una gran expectación, y no menos nervios, el robot realizaba su amartizaje en la superficie del planeta rojo el pasado jueves 18 de febrero a las 20:56 UTC. Su objetivo, encuadrado dentro de la misión Mars 2020, es buscar signos de posible vida microbiana, especialmente en las rocas. Además, realizará pruebas con oxígeno atmosférico que allanaran el camino de la llegada de humanos al planeta rojo. Mientras tanto ‘Percy’, como le llaman los amigos, nos deleita a todos con fotografías y vídeos de gran resolución que están permitiendo ver Marte como nunca antes.
Este nuevo rover de la NASA, el anterior data de 2011, ha viajado a Marte con 7 instrumentos científicos seleccionados entre más de 60 propuestas. Uno de ellos es el Analizador de Dinámica Ambiental Marciana o MEDA por sus siglas en inglés (Mars Environmental Dynamics Analyzer). Se trata de una especie de estación meteorológica de alta tecnología liderada por el Centro de Astrobiología del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial. Tecnología desarrollada en España que permitirá recoger datos sobre la temperatura, humedad, tamaño y forma del polvo y la velocidad y dirección del viento en Marte.
Gran parte del instrumento del MEDA se ha desarrollado, en cuanto a ingeniería, integración y pruebas, en la empresa Airbus Crisa, en sus instalaciones de Tres Cantos (Madrid). Allí trabaja desde 2016 el soriano Mario García Álvarez, ingeniero especializado en integración y pruebas y número 1 de su promoción en la Universidad de Alcalá.
García explica que el proyecto fue entregado a la NASA a principios de 2019 para su integración en el rover y cuenta algunos de los detalles que hacen muy especial al MEDA. “Tiene dos sensores de viento, uno de ellos viajó al espacio replegado y será desplegado ya en la superficie de Marte”, explica. También tiene sensores de temperatura, radiación y una cámara que mira al cielo para monitorizar el polvo atmosférico. Todos estos sensores envían datos que son recibidos y digitalizados por una ICU (Instrument Control Unit) antes de llegar a la tierra.
El soriano participó durante 4 meses en la preparación de la automatización de las pruebas de la ICU hoy en Marte. Actualmente, Mario trabaja como responsable de integración y pruebas en SMILE, una misión conjunta de la Agencia Espacial Europea y la Academia de las Ciencias Chinas que se espera esté en el espacio en 2023 para estudiar la magnetosfera terrestre. Reconoce que es “un orgullo especial haber formado parte de esto”. Explica que, aunque a nivel técnico estos trabajos sean similares a otros, la repercusión de llegar a Marte y la posibilidad trabajar en un proyecto para NASA “marcan la diferencia”.
La electrónica instalada para misiones espaciales que desarrollan se incluye tanto en proyectos científicos, como este de la NASA u otros de la Agencia Espacial Europea (ESA), como en satélites comerciales que nos permiten las comunicaciones a diario. Mario señala que, en realidad, las unidades electrónicas que llevan no son sustancialmente más complejas que las que podríamos encontrar en un teléfono móvil o en un coche. “La diferencia se encuentra en que estos equipos van a estar sometidos a situaciones extremas de temperatura, vibración, vacío, sin posibilidad de ser reparados en caso de fallo”. Para lograrlo, es fundamental el trabajo de Mario, que lleva al límite la más alta tecnología para garantizar que, a la hora de la verdad, nada falla.