Artículo de opinión de Roberto Vega
Desconsolado por la ausencia definitiva de José Ignacio, burgalés del Barrio de San Pedro entretenido en su huertecillo de Maltoso, y de Florencio, adnamantino al que sigo recordando dando cera con una esponja a muebles acabados, saco coraje atlético suficiente con que alentar a mi grupo de extraescolares desactivado por la pandemia covid-19.
Cobijado en el proyecto “unidos contra la basuraleza” de Libera, Seo BirdLife, Adesp, Fedo y Ecoembes inscribí un punto de actuación para la “recogida 1m2 por los ríos, embalses y pantanos 2021” con la colaboración municipal, una familia al completo y un tutor de Secundaria.
Reconozco que el pasado 14 marzo me encontré igual de inquieto que ante una jornada extraescolar deportiva. Estas andanzas las fui colocando por Facebook en imágenes para general concienciación de otra pandemia que asola nuestros entornos vitales y la misma alma. La iniciativa es un reto científico que viene de perlas para explicar esta ecuación: Estudiantes de Primaria + Estudiantes Secundaria = Estudiantes de Universidad. ¿Hay alguien que se pregunte por la incógnita?
Sólo realizamos tres kilómetros, zigzageamos el camino natural La Rumba, conquistamos el espolón geológico de Maltoso, nos echamos una fotografía privada, anduvimos a gatas entre arbustos que engullen a los plásticos, nos emocionamos ante el vuelo silencioso de las aves, hasta volver cansados a nuestras pequeñas patrias después de cuatro horas de conocimiento científico. ¡Cuánta bonhomía Jesús, cuánta alegría veros Diana!
No estuvimos solos por esos ríos de España. En el Jarama realizaron simultáneamente otra recogida que yo catalogué de “espeluznante”; poco tardaron en contestarme aquellos compatriotas por la misma red social como “terrorífica”…
Qué difícil es ser científico pero principiamos aquel domingo a enfrentarnos con el problemón: 100 kg de basura recogidos a las puertas de nuestras casas.