Ricardo Mínguez Izaguirre, doctor ingeniero de caminos, muestra su parecer sobre la posibilidad de actuar en el muro de la Dehesa y ofrece alternativas para ensanchar este tramo para viandantes.
En una carta al director de este periódico, Ricardo Mínguez Izaguirre, doctor ingeniero de caminos, expone su parecer sobre el pasillo para peatones en el alto del Espolón, así como critica las posibilidades que barajaría el Ayuntamiento para ensanchar este paso para viandantes.
La carta es como sigue:
"Chapuza: Obra hecha sin arte ni esmero (RAE)
La concejala Ana Alegre ha expuesto a los medios, haciendo honor a su apellido, una serie imaginativa de soluciones para el problema del ridículo pasillo para peatones que algún arquitecto proyectó y el Ayuntamiento autorizó al final del paseo del Espolón, entre el cerramiento del Parque y el muro de acceso al aparcamiento subterráneo: abrir nuevos accesos a la Dehesa, tirar algún tramo de su cerramiento (valla, dice), quitar parte de la zona de jardín… Y para ello se basa en un informe de la Policía Municipal que desaconseja restablecer el paso de peatones suprimido por razones de seguridad ciudadana (olvida decir que la Policía Municipal dijo lo que cualquier ciudadano con dos dedos de frente hubiera dicho sobre la chapuza que se hizo al modificar la rasante del acceso al aparcamiento subterráneo). ¿Es una broma? En ese caso sobraría mucho de lo que sigue.
El problema no es si se restablece o no el anterior paso de cebra. El problema es que una de las zonas con mayor tránsito de peatones se ha resuelto, francamente, con un categórico suspenso desde cualquier punto de vista, atendiendo exclusivamente a los intereses del negocio del aparcamiento (mayor número de plazas) y olvidando a los viandantes en el principal paseo de la ciudad. Quien haya pasado por tan infame embudo habrá observado el imposible cruce de dos cochecitos de niño o, los menos frecuentes pero propios de un corto de Berlanga, de dos cochecitos de gemelos o de dos sillas de minusválidos; o, en fin, la simple coincidencia, tan frecuente en ese punto, de un pequeño grupo de peatones. Y no se les ocurra intentar pasar por él un día de lluvia: imposible el cruce de dos paraguas y la necesidad de salvavidas si de un aguacero se tratare.
Para que lo entienda, Sra. Alegre. Hay en ese pasillo varios flujos de peatones que requieren atención: el que enlaza el Espolón con la zona Oeste de la ciudad (c/Mosquera de Barnuevo y av. de Valladolid) y los que comunican la Dehesa con el paseo del Espolón y las zonas Norte (c/Tejera) y Oeste de la ciudad. Para el primero una solución sería la restitución del paso de peatones suprimido (con las reformas y elementos que imponga su seguridad), y para todos la ampliación del repetido pasillo a un ancho libre de obstáculos acorde con la importancia del Paseo y la Dehesa (deseable tres metros, y como mínimo dos metros y veinticinco centímetros).
¿El causante del problema? El acceso al aparcamiento, que reúne todas las características de una auténtica chapuza: un mal proyecto arquitectónico que incumple en el embudo, que eso es, habilitado para los peatones los mínimos parámetros legales de ancho de aceras (mínimo de 1,50 metros- libres de cualquier obstáculo- en la legislación sobre accesibilidad y supresión de barreras arquitectónicas, y mínimo de 2,00 metros en las propias Ordenanzas Municipales), un murete de seguridad de hormigón inaceptable en uno de los espacios emblemáticos de la ciudad y una inaceptable solución de drenaje de las aguas superficiales (“desvío las aguas al pasillo de peatones y al Parque y salvo así al aparcamiento de posibles molestias,” pero en este ¿razonamiento? olvidaron que los peatones no disfrutamos caminando con el agua hasta los tobillos).
¿La solución del problema? Como mínimo la reforma del acceso al aparcamiento subterráneo y como solución óptima lo anterior y la reposición del paso de peatones con un correcto proyecto técnico. En ningún caso la modificación del cerramiento de la Dehesa. Abrir un nuevo acceso porque no resolvería todo el problema y desplazar un tramo del cerramiento hacia el interior de la Dehesa porque, además de no considerar que los itinerarios de los viandantes también dependen de la estación meteorológica, destrozaría la perfecta imagen urbana que ahora tiene con su continuidad geométrica. ¿Por qué si el problema lo ha creado una actividad privada el Ayuntamiento busca la solución a costa del patrimonio público?
Claro que la solución pasa por corregir el acceso al aparcamiento. Falló el proyectista, falló el Ayuntamiento. No se atendieron las justificadísimas protestas de los vecinos. Ahora es el momento de solucionar el problema, pero sin recurrir a “ocurrencias”. La correcta solución pasará siempre por modificar el acceso al aparcamiento. Podrá estudiarse o no el restituir un seguro paso de peatones, pero, en cualquier caso, deberá ampliarse el ancho del pasillo peatonal sin tocar el perímetro de la Dehesa. Bien los técnicos municipales, bien los autores del proyecto, pero, obviamente, no la Policía Municipal, son quienes tendrán que aportar el proyecto técnico que más convenga. Ya se ha sugerido la posibilidad de estrechar el acceso de vehículos de los siete metros actuales a un ancho- más que suficiente- de seis metros, con las oportunas correcciones del control de vehículos, pero sería bienvenida otra solución más ambiciosa. Se trataría de una obra de mínimo coste, pero, en todo caso, es infinitamente mayor el coste de las incomodidades que sufren de continuo los peatones (y no se olvide que en ese punto lo somos la mayoría de los sorianos, incluídos también quienes allí aparcan sus vehículos) que el coste material de las obras necesarias.
La Alameda de Cervantes, nuestra querida Dehesa, tiene en el Espolón un cerramiento que es todo lo contrario de la chapuza origen del problema. Es, como el resto del Parque, un modelo de armonía (arte) y buena práctica arquitectónica, rematado con el esmero y cariño que los operarios que lo construyeron pusieron en su trabajo. Su alineación es perfecta y ennoblece tanto a la propia Dehesa como al Paseo del Espolón; cualquier intento de modificarla constituiría no sólo una nueva chapuza sino un atropello a algo de lo poco abundante bueno que Soria ha conservado. ¿Quién ha asesorado a la Sra. Alegre, para que se embarque tan alegremente en tan descabellada propuesta? ¿No cuenta el Ayuntamiento con arquitectos e ingenieros capacitados para proyectar una solución sensata? El más elemental sentido común rechazaría la “solución” anunciada.
Y, por supuesto, soluciónese el problema creado con el sistema actual de recogida de aguas, instalando las rejillas transversales necesarias y elevando el bordillo de la acera en la barbacana del antiguo paso de peatones, y, si se opta por una solución definitiva atenta a la movilidad de los viandantes, repóngase el paso de peatones en condiciones de seguridad para éstos y para el tráfico de vehículos (por ejemplo suprimiendo el lomo de la calzada, elevando el paso de peatones, templando el tráfico de vehículos con resaltos en el pavimento y, quizás, con un semáforo).
Déjese aconsejar por quienes tienen la preparación necesaria, Sra. Alegre. Están a su vera.
Pero, eso sí: La Dehesa no se toca".
Ricardo Mínguez Izaguirre
Dr. Ingeniero de Caminos