San Leonardo de Yagüe es uno de los municipios que hoy deberían estar de fiesta. El 1 de mayo cae en sábado pero no se levantarán los pinos mayo porque lo más prudente ahora es prevenir. La vacuna es la gran esperanza para el regreso de esta tradición soriana.
Este año tampoco se gritará ¡Arriba el Mayo! en la comarca de Pinares. El coronavirus nos ha dejado sin fiestas de guardar y también ha obligado a la suspensión de la mayoría de tradiciones que enriquecen la cultura de la provincia. Una de ellas, para muchos la más intensa y emocionante, es la pingada del Mayo, celebración cuyo origen se pierde en siglos de historia y que se comparte en numerosas regiones al festejar el despertar de la vegetación y la llegada del buen tiempo.
En San Leonardo de Yagüe son los mozos los que organizan tan arraigada jornada, en lo que muchos consideran que surgió como rito de iniciación. Santiago Cabrejas, de 27 años, es uno de los tres jóvenes que se encargan de coordinar las labores del grupo, pero este año, del mismo modo que el pasado 2020, también es diferente. Los paseos por el monte no han tenido como objetivo la búsqueda del mejor ejemplar de pino albar. Tampoco ha habido que revolver la agenda para encontrar el teléfono de la charanga más animada para recorrer las calles tras la pingada.
Santiago Cabrejas lamenta, en declaraciones para Soria Noticias, que "es el día que más echo de menos del año". Se muestra consciente de que la decisión de suspender la cita "es la más acertada", pero no puede evitar acordarse de la Pingada de 2019, la última que se celebró cuando la normalidad era antigua y se vivía sin mascarilla de por medio.
Cabrejas explica que el 1 de mayo siempre (hasta que llegó el Covid-19) es fiesta en San Leonardo de Yagüe. Los que se encargan de la pingada son los mozos solteros de la localidad, ellos se organizan para, bien temprano, cortar el pino seleccionado de manera tradicional. "Empleamos hacho y tronzador de mano para respetar al máximo posible la tradición". Después se cargan en una yunta de vacas serranas que acarrea el ejemplar hasta el pueblo.
Cuando la gente sale de misa y el párroco da su bendición llega el momento más esperado. A base de horquillas, de sogas, de fuerza nacida de la unión y de pericia, los numerosos mozos que participan en esta fiesta levantan el pino mayo. Uno de los mozos, "el que tiene más experiencia", aclara Santiago Cabrejas, guía a los demás con una destreza de admirar.
Este conoce todos los secretos de la labor, orienta en la posición correcta a ambos lados de las orquillas, compensa las fuerzas entre los participantes, y al grito de ¡Arriba! consigue que, palmo a palmo, el mayo adquiera la posición vertical para encajar perfectamente en el agujero preparado en el suelo, donde permanecerá durante un mes completo.
Cabrejas afirma que "más que de fuerza, la pingada es un acto de coordinación. Lo importante es seguir las órdenes de quien manda y trabajar en equipo". Aunque lleva presenciando las pingadas desde que tiene uso de razón, no recuerda ningún susto importante "más allá de algún resbalón con alguna horquilla". No obstante, reconoce que "de pequeño me daba respeto".
Con la labor cumplida se disfruta, "si el tiempo lo permite", de una comida de hermandad al pie del pino. Tras la sobremesa, que suele ser larga, continúa la fiesta al compás de la charanga.
Los bailes se dilatan durante horas y la noche dura hasta el amanecer, pero cuando realmente termina la tradición del Mayo en San Leonardo de Yagüe es al mes siguiente. Los mozos venden rifas para sortear el pino y un jamón y el día que se tira el Mayo siempre hay alguien que revive el festejo. "Hay quien decide venderlo porque suele ser de muy buena calidad, pero también está el que es un manitas y se decanta por darle una segunda vida", expresa Cabrejas. Él nos confiesa que habla con nosotros en una mesa acompañada de seis sillas que nacieron de un pino mayo.
Santiago Cabrejas es un enamorado de la pingada del Mayo al que la devoción le llegó por herencia familiar. Quizá por ello defiende que la tradición debe mantenerse con los menos cambios posibles. "En San Leonardo tenemos suerte y, a pesar de la despoblación, no hemos tenido que hacer muchas modificaciones", explica.
En otros lugares ya no son solo los mozos los que participan en esta tradición y se recibe también a los hombres casados y a las mujeres. Tampoco se plantean traslados en la fecha para hacerla coincidir con fin de semana pues "todavía somos gente y muchoz mozos y caiga lunes o caiga sábado, el 1 de mayo es la pingada en San Leonardo", cuenta.
Puede que también por ese respeto a la tradición y a su sentido global, se decidió el año pasado ante la irrupción del coronavirus (y se hace extensible a este 2021) no posponer la pingada para celebrarla en otro mes. "Pensamos que lo más prudente es dejarlo para el año que viene y entonces festejar como es debido, es mejor prevenir", concluye este joven sanleonardino.