Los suicidios y las tentativas son la punta del iceberg de los problemas de salud mental. Un tema tabú, pero mucho más común de lo que parece. Saber comunicar y gestionar el sufrimiento, las claves.
El suicidio es la principal causa de muerte externa (no relacionada con la salud física) en la provincia de Soria. En 2018, fueron 11 las personas que decidieron quitarse la vida en la provincia. En total, más de 200 personas se suicidan al año en Castilla y León. Casi uno de cada 100 fallecidos en España se ha suicidado. Los muertos por suicidio duplican a los causados por accidente de tráfico, son cinco veces más que los que causan las drogas, y superan en 13 veces a los asesinatos.
A pesar de esos datos, el suicidio continúa siendo un tema tabú. Son muertes que muchas familias camuflan y que no aparecen en la prensa. Muertes silenciadas, problemas no resueltos y familias destrozadas. No hay debate social, no hay Plan Nacional de Prevención del Suicidio, y tampoco hay análisis sobre cómo las crisis vitales y los problemas de integración socio-económica ganan peso, en una casuística tradicionalmente ocultada bajo la etiqueta de los problemas psicológicos. El suicidio es un problema primordialmente masculino (9 de las 11 personas que se quitaron la vida en Soria en 2018 eran hombres), y cada vez afecta más a gente más joven.
Ricardo Martínez, jefe del servicio de Psiquiatría del Hospital de Soria, divide la situación en dos realidades: las tentativas de suicidio y los suicidios. Las primeras suelen ser más una herramienta comunicativa. “Hay personas que lo utilizan como una forma de lenguaje no verbal”, explica, e incluso “hay gente que lo usa como herramienta manipulativa. Suele haber avisos previos y el entorno, normalmente, reacciona”.
Por su parte, el suicidio es “algo mucho más complejo”, indica, y lo define como “una complicación de enfermedades mentales graves”. Asegura que “en torno al 80% de los suicidios consumados son prácticamente indetectables”, pues, en muchos casos, se deben a un “desborde emocional”, que lleva a la persona a acabar con su sufrimiento de manera “compulsiva y muy rápida”.
Luis Ángel Romero, vocal-presidente por Soria del Colegio Oficial de Psicología en Castilla y León, explica que el suicidio “no es una enfermedad, sino una conducta”, y que como tal se puede prever, trabajar y modificar. “Necesitamos medidas que disminuyan el sufrimiento de las personas que intentan suicidarse, porque nadie quiere quitarse del medio, solo quiere dejar de sufrir”, señala.
María Monje, enfermera especialista en salud mental de la unidad de hospitalización psiquiátrica del Hospital Virgen del Mirón de Soria, con 30 años de experiencia, señala como principales sectores de riesgo la adolescencia y la tercera edad, por encima de los 70 años. Monje cuenta que uno de los principales factores de riesgo es padecer una enfermedad mental, aunque la definición de enfermedad mental puede ser distinta clínica y socialmente.
“Las personas que más se suicidan son los depresivos graves”, explica Martínez. Hay casos de mentes perturbadas de manera crónica, pero en otros se produce “una enfermedad transitoria y muy aguda”. Una enfermedad mental intensa e intensiva que pude venir causada por una muerte cercana, una ruina económica, un divorcio o una enfermedad grave, y que puede afectar a personas con una vida plena, absolutamente normal.
Entre las alertas, la enfermera soriana destaca los cambios en los patrones de sueño, el incremento de los consumos de alcohol y drogas, las amenazas o el aislamiento del entorno social. Además, están los más obvios, como expresar pensamientos suicidas. Romero añade algunos como la apatía o cambios físicos y de imagen, que indiquen abandono, apostando, de repente, por looks “cómodos y oscuros”. Desprenderse de posesiones y realizar despedidas sin sentido aparente, también puede ser otra señal de alarma.
Los expertos tienen claro que, la mejor forma de atacar los suicidios, es apostando por la salud mental y la prevención temprana. “Todas las administraciones hacen campañas contra el suicidio que mejoran muy poquito las cifras”, señala Martínez, que ve en los países nórdicos el ejemplo a seguir. “Es bueno enseñar a comunicar el sufrimiento”, explica.
Cuando no se logra atajar la situación antes, entran en juego el medio centenar de profesionales del ramo que Sacyl tiene en Soria, entre ellos siete psiquiatras y cinco psicólogos. “Garantizamos la consulta en un plazo de siete días y, si es necesario, realizamos ingresos preventivos para enfriar la situación”, explica el responsable de Psiquiatría de Soria.
Los protocolos de actuación son estrictos y claros, y favorecen la derivación de pacientes de manera rápida desde la Atención Primaria. Las familias también juegan un papel fundamental en estos casos como “medio de contención”. Cuando no se logra evitar el desenlace final, a los familiares se les ofrece atención preferente, acompañándoles, incluso durante meses, en un duelo que suele ser complicado.
Los profesionales señalan que los problemas de salud mental son mucho más habituales de lo que se piensa. “Prácticamente un 70% de las consultas de Atención Primaria son problemas de salud mental encubiertos”, explica Martínez. Refiere que muchos problemas físicos “se agravan e incluso se inician por un problema mental”, por lo que pide mayor apuesta por estos aspectos dentro de la sanidad pública. “Nos hemos estancando tras los años 90”, lamenta y frunce el ceño, al constatar que la compra de un robot para hacer operaciones telemáticas vende más que una inversión en salud mental. Con todo, espera que la pandemia “sirva para ilustrar bien la necesidad y la importancia de una buena higiene mental, para entrar de lleno en una época donde prime el plano preventivo. Lo primero es la detección y el reconocimiento del problema”.
En España contamos con el Teléfono de la Esperanza (717 003 717) y el Teléfono Contra el Suicidio (911 385 385) para ayudar a las personas que sufren los problemas tratados en el reportaje. Además, Papageno, en colaboración con la asociación andaluza de supervivientes por suicidio de un ser querido (Ubuntu), atiende a varios grupos de ayuda mutua
para supervivientes en varias provincias de Andalucía y Albacete.