Vidas increíbles que testificar, molinos de viento contra los que no luchar y pueblos sin gentes, pero con mucho que ofrecer. La comarca de Tierras Altas, en la provincia de Soria, ofrece una experiencia donde naturaleza e historia son el embalaje de lo inesperado.
El noreste de la provincia de Soria es el lugar perfecto para aquellos que buscan huir del calor y las aglomeraciones de la gran ciudad en verano. Allí la comarca de Tierras Altas, una de las más despobladas de toda Europa, espera con sus paisajes serranos, su sorprendente historia que va desde los dinosaurios a los orígenes del euskera pasando por su románico excepcional.
Pero más allá de los hayedos, las ovejas, las iglesias, las icnitas y los castros, Tierras Altas ofrece experiencias impensables que son la excusa perfecta para disfrutar del entorno, la historia, las gentes y la gastronomía de una comarca donde todo tiene certificado de autenticidad.
Las energías renovables son el motor sobre el que se construye un futuro sostenible y en Tierras Altas abunda una de ellas, la eólica. Los centenares de molinos que coronan su orografía son un gran motor económico para la zona (los beneficios se invierten en servicios e infraestructuras para la comarca) y también un importante atractivo turístico; un espectáculo digno de ver.
Y lo mejor de todo es que Tierras Altas ofrece no solo la posibilidad de verlo, sino también de explorarlo. Gracias a este paquete turístico puedes ver la magia de la energía eólica en pleno movimiento. Llegar hasta el pie de uno de estos gigantes de la ingeniería energética es una de esas experiencias que no se olvidan. Además, podrás ver las tripas de un molino de viento y conocer el centro de control, el cerebro de estos parques eólicos.
Pasear por Tierras Altas es recorrer una sierra de pueblos con casas de piedra donde el viento sopla con justicia y los animales se cuidan con esmero. Lo más habitual es hacerlo siguiendo las huellas de los dinosaurios (sus maquetas a escala real fascinarán a los más pequeños) o por la ruta GR 86, pero los lugareños suelen recomendar otra más sobrecogedora e introspectiva.
Es la ruta de los pueblos deshabitados o abandonados: Torretarrancho, Fuentebella, Acrijos, Buimanco, Peñazcurna, Valdemoro de San Pedro, Vellosillo, La Mata, La Vega, Lería, Aldealcardo, Valdecantos... Todos lugares despoblados por el devenir de la historia donde la naturaleza se hace fuerte entre piedras que se confunden con casas, iglesias que desafian al tiempo y castros símbolos de otras épocas. Lugares para pasear y pensar. Son también un buen atractivo para aquellos ciclistas que gustan de buenas pistas y de carreteras secundarias sin tráfico.
Si uno tiene suerte incluso puede encontrarse con algún hijo del pueblo que regresa de la gran ciudad negándose a que el hogar de su infancia caiga en el olvido. Es el caso de Sarnago. Otros, como Vea o Armejún, se constituyen ahora en auténticas eco aldeas alternativas apartadas, literalmente, de la civilización.
Nuestra tercera propuesta es parar a conocer uno de esos pueblos que tienen el marchamo de ‘Pueblos más bonitos de España’; Yanguas. Con pasado comerciante y ovino, conserva su muralla y castillo que dan acceso a un casco histórico donde las casas destacan por su construcción en piedra, sus soportales y sus escudos heráldicos.
Pasear por Yanguas es una delicia que lleva de la iglesia gótica de San Lorenzo a la de Santa María, con sus impresionantes retablos, pasando por la torre de San Miguel que data de hace casi 1.000 años. Declarada Conjunto Histórico Artístico desde 1993, esta localidad bañada por el rio Cidacos siempre ha sido el nexo de unión entre la cabecera del Duero y la Ribera del Ebro.
Algo difícil de plasmar en un texto es la autenticidad de las gentes de Tierras Altas. Gentes de carácter recio, pero acogedoras, amantes del trabajo bien hecho, pero innovadoras. El noreste de la provincia de Soria está jalonado de personas que merecen la pena conocer y, sobre todo, escuchar. De los últimos trashumantes y sus historias de la Mesta a las manos que elaboran algunos de los mejores embutidos de España.
Sin embargo, nuestra recomendación es más peculiar aún. En un pequeño pueblo (Bretún) enclavado en la altitud de la sierra, de apenas una decena de habitantes y donde un imponente Triceratops nos da la bienvenida, encontramos la Fundación Vicente Marín. 5 edificios perfectamente cuidados y engalanados, que se pueden visitar con reserva previa todos los días de la semana salvo los lunes. Edificios que guardan en sus entrañas, junto a una biblioteca envidiable y cuadros de Sorolla y Murillo, los recuerdos de una vida que Hollywood descartaría por poco verosímil.
En esta lista de planes inesperados nos hemos dejado algunos elementos que, sin duda, incluirás en tu escapada a Tierras Altas. Se trata de los museos vivos, que se abren para abrazar al turista todos los días del año. A ellos se suman el museo de los tapices y el de los Pastores en Oncala. También deberemos desviarnos ligeramente de nuestra ruta para ver arquitectura singular como los castros de Castilfrio y Taniñe, el castillo de Magaña o los templos románicos de Cebón, Valtajeros y Yanguas.
Uno de los atractivos de Tierras Altas es ver cómo su paisaje va cambiando según evolucionan las estaciones. De sus exigentes inviernos a la primavera más micológica con la proliferación de marzuelos o perrechicos. No obstante, nuestra recomendación es volver en otoño cuando los colores y los sabores son más intensos y las actividades se multiplican.
Entonces podrás visitar Peñafría, el pueblo de la serie El Pueblo, que en realidad se llama Valdelavilla y que hasta octubre está cerrado a los turistas pues se está rondando la tercera temporada de comedia de Mediaset y Amazon Prime. También será la mejor época del año para disfrutar de la conjunción de rojo y verde de algunos de los acabales (Oncala, Castilfrio…) más extensos de Europa y para degustar unas auténticas migas pastoriles en la cuna de Trashumancia.
Pero todo eso, para otro viaje a Tierras Altas.