Artículo de opinión de José Ángel Tierno.
Todos le conocemos. Escribo sobre un nombre propio. Alguien, quien, hace unos días y después de veintidós años, renunció a su acta de concejal en el Ayuntamiento de Ólvega.
Sesión plenaria donde todos los portavoces de los cuatro grupos municipales, sin distinción, mostramos nuestro agradecimiento a una trayectoria ejemplar.
Hombre de pueblo, que hizo de Ólvega mucho más que un pueblo. Tiempo atrás, entre 1965 y 1975, ejerció como alcalde mientras seguía sacando adelante, como propietario, la empresa de chorizos “Revilla”. Compaginó su labor de edil con la de empresario, creando proyectos y servicios que, a día de hoy, siguen vigentes. Al mismo tiempo, construyó más de 200 viviendas a precios sociales para sus trabajadores.
En 1988 ETA le secuestró. Como muestra de agradecimiento al apoyo recibido de los olvegueños durante su cautiverio, creó una sociedad mercantil con la que comenzó el despegue empresarial del municipio. En 1999 fue elegido concejal y comenzó el proyecto ‘Ahora Ólvega’.
Persona severa y constante en su trabajo. Con una visión de futuro que transformó Ólvega, para convertirlo en el municipio que es hoy en día.
Honestidad en el cara a cara. Hombre de palabra. Siembre de la mano con el empresario, desde el inicio del proyecto hasta la realidad de una empresa. Éstos son los ingredientes de una receta con la que ha conseguido cuajar un polígono empresarial que, en la actualidad, lleva su nombre.
Emiliano no entiende de despoblación ni de la Soria olvidada. No ha sido un político al uso; ni mucho menos. Con sus aciertos y errores; olvegueño comprometido que hizo fácil lo que ahora parece imposible.
“La única forma de hacer un buen trabajo es amar lo que haces”, dijo Steve Jobs.
Gracias Emiliano.