Artículo de opinión de Eder García.
Finalmente se ha confirmado lo que, desde hace meses, estaba en mente de toda la sociedad soriana: Soria Ya se presentará a las elecciones como agrupación de electores. La primera cita a la que concurrirán será la convocatoria de autonómicas para este febrero. En estos comicios estamos llamados a decidir sobre un gobierno, el de la Junta de Castilla y León que, pese a parecer muy lejano para algunos, es el ámbito que más competencias gestiona, incluyendo cuestiones tan trascendentales como la sanidad, la educación o los servicios sociales.
Que esta comunidad necesita un cambio es una evidencia. Ya en las últimas elecciones el PSOE obtuvo la confianza mayoritaria de los castellanos y los leoneses, viendo frustrado su intento de gobernar por la traición de Ciudadanos a su promesa de favorecer el cambio, siendo muleta de un Partido Popular rancio y asediado por las sospechas de corrupción.
Tenemos una nueva oportunidad para enmendar aquel “gatillazo”, con la única alternativa viable para el cambio que representa el PSOE de Castilla y León con Luis Tudanca como líder. Por ello resulta muy preocupante la irrupción de Soria Ya en el escenario electoral, advirtiendo ya desde el inicio, que serán capaces de pactar con cualquiera con tal de obtener una posición de bisagra.
No podemos permitirnos cuatro años más de PP al frente de la Junta. El continuo abandono que sufre nuestra provincia en materia sanitaria o de inversión es flagrante, pero la única respuesta sensata y segura para acabar con ello es poner al frente del gobierno a aquellos que, incluso desde la oposición, vienen demostrando conocer las necesidades de esta comunidad y de Soria. Necesitamos un gobierno que, además de responder con justicia a las deudas que arrastramos, acometa una agenda de revalorización de los servicios públicos y blindaje de los derechos sociales.
El único partido que asegura el cambio que Castilla y León tanto necesita es para el PSOE. Aquellos que nos consideramos progresistas, que creemos en un futuro en igualdad y sin dejar a nadie atrás, no podemos arriesgarnos a perder este tren confiando en aquellos que lo único que pueden asegurar es la incertidumbre el día después de las elecciones.