La carta de Sergio García, director de Soria Noticias.
Me llama la atención la estrategia elegida por el Partido Popular en Castilla y León. Y no me refiero al adelanto electoral, que también, sino a la gestión de esta sexta ola de la pandemia. Tanto que me lleva a preguntarme cómo somos realmente en Castilla y León.
Es evidentemente que los populares han abrazado la doctrina de Ayuso, confrontar directamente con Pedro Sánchez y hacer que los ciudadanos sean “dueños de sus vidas”, con el menor número de restricciones posibles, aun a riesgo de que la sexta se desboque después de Navidad, en plena campaña. Pero ojo, que seguir la doctrina de Ayuso no significa tener los resultados de Ayuso porque, ¡Oh, sorpresa!, Mañueco no es Ayuso y Castilla y León no es Madrid. Por eso creo que hablar de Sanchismo y de Gobierno Frankenstein en estas tierras tiene el recorrido muy corto, y es solo para los más cafeteros.
Cuando salgo a las calles de Castilla y León veo a la gran mayoría de la población con su mascarilla. Una decisión (la de la mascarilla al aire libre) que científicamente se ha demostrado ineficaz, pero que tiene mucho de psicológica. Porque cuando yo salgo a la calle veo unos castellanos y leoneses con miedo al Covid. Dos años muy duros en la Comunidad se suman a la psique de una sociedad que es, por naturaleza, temerosa, conservadora, austera, sobria… Vamos, el castellano de toda la vida, que además es votante mayoritario del PP, y que me recuerda aquella estrofa de Machado: “Gentes del alto llano numantino que a Dios guardáis como cristianas viejas…”. Veo gente con las mascarillas por la calle, pero veo también familias limitando su cena de Nochebuena a padres e hijos, y veo grupos de amigos (de 30, no de 70 años) que no se ven por temor al virus. No, definitivamente Castilla y León no es Madrid. Ni los viticultores de Toro son jóvenes consultores de las ‘Big Four’, ni el Húmedo es Malasaña, ni la calle Santiago es Callao. Aquí nos dicen que no hay que cantar villancicos para no propagar el virus, y no ves una dulzaina ni pagando.
Más allá de la limitación de libertades individuales, las restricciones tienen su impacto económico. Ahí sí veo sintonía en las decisiones del PP, pero debemos ser conscientes de que si la pandemia se descontrola la economía se volverá a ir al garete. Por eso me sorprende la apuesta del PP en Castilla y León, confiándolo todo al poder de las vacunas y la debilidad de Ómicron. Si sale, Mañueco tendrá su campaña con Ayuso y Casado paseándose por Castilla (y por León) y tendrá su mayoría absoluta (o casi).
De momento, todas las comunidades de nuestro entorno (salvo Madrid) están tomando restricciones, mientras Castilla y León fía todo a la responsabilidad individual y la libertad. Todos queremos libertad, pero si la libertad viene acompañada de una cascada de ingresos en los hospitales y en las UCIs a partir de Reyes, la libertad se le puede atragantar al más pintado.