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REPORTAJES
Actualizado 30/12/2021 21:03:23

Periodista, corresponsal de Antena 3 en Tokio, madre e influencer, disfruta cada día de "milugar favorito del mundo". De la sociedad japonesa Maite destaca su "armonía y civismo" y sobre su provincia lamenta: "En Soria hay gente con mucho poder que no deja que las cosas se hagan de otra manera. Debemos escuchar lo que hay ahí fuera y no sentirnos atacados".

P: ¿Cómo acaban dos sorianos trabajando en Japón?
R: Yo siempre he tenido claro que quería tener la experiencia de vivir en el extranjero. En 2012, apenas unos meses después de mi boda en Almazán con otro soriano, a mi marido le ofrecen venir a trabajar a Japón. Él estaba en una de las grandes multinacionales sorianas, eran líderes mundiales en energía fotovoltaica, y Japón se abría al mundo de las renovables tras el accidente de Fukushima. No hubo dudas. Japón fue la oportunidad, aunque creo que en el 99% de los destinos que le hubieran ofrecido me habría subido al avión con él. Cogimos dos maletas grandes y así empezó esta aventura.

P: ¿Cómo es tu trabajo como corresponsal?
R: La figura de cada corresponsal es diferente. Yo soy amiga de Guillermo Pascual, corresponsal de Antena 3 en Bruselas desde hace años, y él es 100% corresponsal: ruedas de prensa, noticias, entrevistas… Pero mi vida es como una montaña rusa. Un medio español no tiene el foco en Japón ni en Asia, esto no es Estados Unidos.

Si ocurre algo muy noticiable, algo muy cañero o que encaje muy bien, ahí Maite se pone a trabajar. Por ejemplo, me gustó mucho cubrir el décimo aniversario del aniversario de Fukushima. Antena 3 apostó por ello, y fuimos el único medio hispanohablante que estuvo allí. Pudimos visitar pueblos que todavía siguen cerrados porque continúa la radiación…

Pero yo no ejerzo como corresponsal el 100% de mi tiempo. Yo soy freelance, una titiritera. Soy corresponsal en exclusiva para España para Antena 3, pero también trabajo con televisiones latinas y hago colaboraciones con la NHK (la televisión pública del país nipón). Además, tengo mis propios proyectos.

P: Háblanos de tu marca personal, de Maite Japón
R: Yo tengo dos niños pequeños y hace dos años estaba dando a luz. Eso siempre provoca un pequeño parón en tu vida que te obliga a adaptarte a las circunstancias, y más estando aquí solos. Desde que vine en 2013, cuando salía a la calle tenía la sensación de que ahí había muchas cosas qué contar, pero debía encontrar la manera de hacerlo. A mí me encanta comunicar, mostrar…, como periodista tienes ciertas nociones técnicas también, y las redes sociales son el canal perfecto para mostrar libremente lo que a mí me dé la gana.

Entonces, cuando mi segundo hijo comenzó la guardería sentí que era mi momento. Comencé a crear contenido de manera consciente, ordenada y planificada. Estudié el Máster Referentes porque yo quería convertirme en eso, en un referente de manera profesional. En enero tenía en Instagram (@maitejapon) 1.000 seguidores, y mi objetivo de acabar el año eran 5.000. No estamos todavía en diciembre y ya tengo más de 30.000. Lo bueno es que Japón me regala el contenido, no tengo que buscarlo.

Mi proyecto está todavía formándose. Se necesita tiempo para asentar las bases, para saber qué funciona… Mi objetivo es abrir una ventana al mundo para que la gente pueda ver desde mi móvil la ciudad y el país en el que tengo la suerte de habitar. Con el cierre de fronteras hay mucha gente ansiosa por venir aquí, aunque probablemente el 90% de la gente que a mí me sigue nunca ha estado en Japón ni va a poder estar. Hay gente que me escribe para contarme que ellos nunca han cogido un avión en su vida, pero que gracias a mi contenido están pudiendo disfrutar Japón. Es una línea de trabajo que no tiene límites, enseño lo que como, mis trabajos, un templo o un edificio en obras.

Por ejemplo, la semana pasada realicé con una empresa un viaje a Iiyama, una ciudad de 20.000 habitantes al norte de la prefectura de Nagano. Hice una ruta brutal en una montaña increíble, recorriendo tres templos budistas, el de la fuerza, el de la paz y el del amor. Fue una cosa loquísima, y a mi todo eso me lo está dando este proyecto. Mi objetivo es posicionarme para que las agencias y las empresas se fijen en mí como canal transmisor para futuros clientes potenciales.

P: Como persona que trabaja mano a mano con el mundo del turismo, ¿qué consejos darías para vender Soria?
R: Yo no me atrevo a dar consejos, pero sí te voy a decir una cosa. Como soriana, me duele en el alma la situación en la que está mi ciudad. Creo que hay gente muy válida y que tenemos un patrimonio brutal, pero en Soria hay gente con mucho poder que no deja que las cosas se hagan de otra manera, que no deja que nadie entre en su corralito.

En Soria hay dos grupos de personas enfrentadas; los que quieren hacer y los que no. Mientras no haya un mínimo cambio de mentalidad para entender que, o salimos todos juntos, o no salimos... Si tú quieres traer turismo a Soria tenemos que estar todos, pero todos, preparados para atender al turista con una sonrisa, tratarle muy bien y que se vaya con una muy buena sensación.

Hay sitios que con mucho menos, hacen cosas maravillosas. Tenemos que estar preparados para escuchar lo que hay ahí fuera. Hay gente que estudia y trabaja estos temas, no hay que sentirse atacado por ello. En Soria tenemos los carteles y los panfletos que son para echarse a llorar. A mí me da la sensación de que no se trabaja nada, no se planifica y no se deja que nadie aporte nada. Me hierve la sangre sabiendo que en Soria hay gente con mucho talento…

El día a día en Japón: "Aquí mostrar tus emociones es mostrar tus debilidades"

P: ¿Qué es lo que más te gusta de la cultura japonesa?
R: Yo no soy una experta en el conocimiento de la cultura y la sociedad japonesa, porque hay muchos matices y yo aquí vivo un día a día muy normal. A mí me gusta Japón porque aquí me siento muy viva y con muchísimos estímulos. Para mí, Japón es sinónimo de civismo. Entendí lo que significaba esa palabra cuando empecé a vivir aquí. Pararse cuando el semáforo está en rojo, no tirar papeles al suelo, no gritar para no molestar al de al lado, no pitar con el coche como un loco cuando justo el semáforo se pone en verde…



Civismo es entrar al supermercado y que me den los buenos días, que en el restaurante siempre haya una cara amable…Aquí todo el mundo me trata muy bien en todos los ámbitos: en el médico, en un restaurante, en correos, en la guardería… Vivir rodeada de ese sentimiento de grupo y de armonía todavía me alucina. Vivir aquí me crea una sensación de bienestar que no había experimentado antes. Yo viví muchos años en Madrid y ahora, cada vez que lo pienso, digo ¿qué necesidad?

P: Resulta curioso escuchar eso de una ciudad de 40 millones de habitantes...
R: Tokio son como 23 Madrid juntos, en la zona centro hay como 20 millones de personas y unos 40 se mueven a diario por la ciudad. Es como toda España dando vueltas por aquí. Pero el civismo del que hablábamos antes, el orden…, evita el caos. Ese orden que a los occidentales en ocasiones nos parece excesivamente estricto hace que una ciudad como Tokio pueda funcionar. La gente cuando viene aquí por primera vez alucina.

En Tokio no es habitual tener coche. Si digo que el transporte público es maravilloso me quedo corta. Hay varias líneas a todos los lugares, directas, con paradas, con una puntualidad exquisita. Si el tren llega un minuto tarde se piden disculpas por el megáfono. En Tokio no hay aparcamientos en la calle, hay calzada, acera y carril bici. Aquí todo el mundo se desplaza en bici. Nosotros tenemos unas bicis que se llaman Mamachari (‘la bicicleta de mamá’ en japonés), y con ellas mi marido, mis niños y yo vamos a la guarde, a comprar, al parque…

En la sociedad nipona todo el mundo quiere desempeñar su función de la mejor manera posible, sabiendo que todos somo humanos. En el supermercado entregas las cosas en una cesta y la cajera no te lanza los productos, te los devuelve mejor colocados de los que se los diste tú. Es civismo, cuidar los detalles, orden, armonía...

En toda esta armonía influye que aquí nadie roba. Yo puedo dejar la bici, con el ordenador y la compra en la calle, y cuando baje lo más probable es que me encuentre o una nota o alguien vigilándomelo. No hay papeleras, la gente guarda sus residuos y los tira en casa. Si sumas todos esos elementos descubres por qué me gusta tanto vivir aquí.

P: Vamos al lado negativo ¿Es cierto el estereotipo japonés de la soledad?
R: Por un lado, me sorprende el concepto de grupo que hay en Japón. Si pasa algo todos se ayudan, pero a la vez desde pequeños se les educa a que mostrar las emociones supone enseñar tus debilidades y mostrarte vulnerable. Yo lo veo en mis hijos. El mayor estuvo año y medio en Soria y se le nota porque él llora cuando se cae, el pequeño aguanta con todas sus fuerzas la emoción, se levanta y sigue.

También es verdad que la sociedad japonesa es megacompetitiva, hay un nivel de exigencia muy alto. Si tú no tienes esas capacidades o simplemente no te gusta y no quieres vivir así…, mucha gente acaba aislándose. Aquí, ser distinto no está bien visto y se encierran en una burbuja. Igual que hay muchas cosas de nuestra cultura que ellos no entienden, nuestras cabezas occidentales hay cosas que no pueden comprender porque no hemos sido educados aquí.

Es una cultura muy compleja. Esto es una isla y ha estado aislada durante muchísimo tiempo. Se esperaban los Juegos Olímpicos como una gran apertura internacional, y eso no se ha producido. Es verdad que cada vez hay más extranjeros, pero creo que no llegamos a 3.000 españoles censados en la embajada. Es una cultura muy pura, sin tantas influencias de fuera.

P: ¿Cómo te llevas con la comida japonesa?
R: No hay ningún problema para adaptarse a la comida japonesa. Aquí trabajan muy bien la carne, y el pescado es buenísimo. Sí que hay que tener en cuenta que la calidad de vida es alta y los precios de las cosas también. Con lo que aquí compro un filete de ternera bueno, en Soria me compro 4. Pero aquí se puede comer de todo, no es solo sushi, arroz, sopas y pescados crudos. Por ejemplo, hay un plato que precisamente healthy no es. Se trata del okonomiyaki, que lo preparan delante de ti en los restaurantes. Es como una tortilla nuestra sobre una base de lechuga y fideos, que por dentro suele llevar carne o marisco y por encima una masa de huevo y una salsa agridulce, que se te va la olla.

P: El idioma no me puedes decir que es fácil...
R: Cuando vine no tenía ni idea de japonés. Iba 4 horas al día a la academia de lunes a viernes. Mi cabeza estaba a punto de estallar. Ahí cogí una base bastante buena y ahora no hablo un japonés perfecto, ni muchísimo menos, pero me defiendo en el 100% de las situaciones. Lo más difícil no es hablar sino leer y escribir porque tienen 3 alfabetos. El hiragana y el katakana son alfabetos fonéticos y cada letra representa una sílaba, mientras que los kanji son ideogramas con significado propio y, al juntarse, crean nuevos significados. El mismo kanji aporta un significado distinto a cada palabra. En ocasiones ni ellos pueden leerlos. Hay una palabra muy bonita: Furusato. Es el título de una canción infantil, y hace referencia a tu lugar de origen, a tu pueblo natal...

Nueva vida para los kimonos

Siendo hija de Rosa Ransanz, el mundo de la costura corre por las venas de Maite. Cuenta que siempre quiso tener una camiseta con los dos kanji de la palabra Japón, pero nunca había encontrado la forma de hacerlo. Un día, paseando por uno de los barrios más conocidos de Tokio, el tradicional Asakusa, al norte de la ciudad, descubrió una tienda donde “una señora que tendría 600 años”, bromea, guardaba en una caja los viejos kimonos que ya no se volverían a usar nunca. “Pensé que era el momento de dar una segunda vida a esas telas” y así nació Nishimura, “la camiseta que a mí me gustaría llevar”.

Se trata de una camiseta blanca con los dos kanji de la palabra Japón bordados con la tela de esos viejos kimonos. “Para mí la belleza es fundamental”, reconoce, y para sus seguidores también. La primera ‘hornada’ se agotó en 48 horas con envíos a rincones tan dispares del mundo como Suecia, Perú o Estados Unidos. Viendo la respuesta decidió seguir adelante (ya hay una segunda producción de las camisetas) con esa línea de negocio, y ahora ya trabaja en unas sudaderas que espera tener lista para Navidad, con las letras en la seda de otro kimono.

Su Japón

Entre sus lugares favoritos, destaca Shibakoen, el parque de Shiba. Tiene el templo Zojoji, uno de los más importantes de la ciudad, junto a la famosa torre de Tkio. Allí hay de todo, desde japoneses jugando a extranjeros curioseando. "Es nuestra Dehesa", bromea.

Aunque el ramen es el fideo japonés más conocido, a Maite le gusta la soba (más finos y elaborados con trigo sarraceno) con tempura. Para la tempura, menos aceitosa que en España, usan productos de temporada. Ahora son calabaza, patata dulce, gambas y champiñones.

Nandemonai es una de sus palabras favoritas. Es la forma cotidiana de contestar al famoso Sumimasen (perdón/ lo siento) y aporta tranquilidad. Una palabra para restar importancia a las cosas, una especie de 'no pasa nada'

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