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Actualizado 10/03/2022 20:45:06

El descubrimiento de un busto del ilustre doncente y filósofo soriano y una exposición reconocen la vida de esta personalidad nacida en Torrearévalo hace ahora 208 años.

Este jueves era materializado el reconocimiento a uno de las personalidades ilustres que ha dado la provincia de Soria. Universidad, Ayuntamiento y la asociación 'El Acebarillo', impulsaban este homenaje a Julián Sanz del Río, filósofo, pedagogo y profesor universitario .

Un acto en el que ha sido descubierto un busto de Julián Sanz del Río, nacido en Torrearévalo hace hoy precisamente 208 años. En la inauguración, el vicerrector del Campus Duques de Soria de la Universidad de Valladolid, José Luis Ruiz ha destacado lo que supuso para la docencia a nivel nacional las aportaciones del homenajeado, una figura que "convoca a la tolerancia, a la concordia y al entendimiento" en lo que es la enseñanza como forma de convivencia entre los pueblos.

El vicerrector ha destacado también la labor de las hermanas Martínez Narro, de la asociación impulsora del homenaje, quienes son las "auténticas artífices" del reconocimiento si bien en Torrearévalo ya, en 1906 y en 1932, fue ensalzada la trayectora del filósofo. Ahora, con el acto de hoy y a partir de ahora "Don Julián va a estar aquí muy bien alojado".

En el descubrimiento de la escultura, obra del soriano Ricardo González, también tomaba parte el presidente de la Institución de Libre Enseñanza, José García, quien ha ensalzado a este hombre en un día "emocionante" y quien se habría mostrado sorprendido por el apoyo institucional a este homenaje por haberse tratado de un "hombre modesto", con una trascendencia no solo en la docencia y en lo científico, sino que su "descendencia" educativa -no tuvo hijos- se ha visto beneficiada por su considerable influencia. "Mantuvo, además, muchas relaciones internacionales", ha añadido, confiando en que la casa de Sanz del Río en Torrearévalo sea rehabilitada en su memoria.

Por su parte, el concejal de Cultura, Jesús Bárez, ha subrayado también la "energía" de la agrupación El Acebarillo y la colaboración de la Institución de la Libre Enseñanza por acoger esta idea que hoy ha tomado forma. Un día "importante" tanto para la ciudad como para la provincia ya que el homenajeado "vuelve al sitio donde debió estar hace bastante tiempo". Por ello ha admitido que "han sido muchos años de silencio y abandono, quizá por desidia de todos".

Aún así, el responsable municipal ha destacado las aportaciones de Don Julián en la intelectualidad, la cultura y en el cambio de mentalidad, no solo en lo académico sino en lo político y social. "Sin duda merecía este homenaje y muchos más", ha concluido.

Julián Sanz del Río

Julián Sanz del Río, según indica la web oficial que lleva su nombre, nació el 10 de marzo de 1814 en Torrearévalo, pedanía ahora de Arévalo de la Sierra, y fue bautizado en la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol el día 13 del mismo mes.

Era hijo de Vicente Sanz, natural de Ventosa de la Sierra, un pequeño pueblo cercano a Torrearévalo y Gregoria del Río, natural del pueblo natal. Ambos pertenecían a modestas familias de agricultores y ganaderos.

El primer hijo de este matrimonio fue Julián Sanz del Río y tuvo 5 hermanos. Su padre falleció en 1824, casándose su madre de nuevo en 1827 y falleciendo tan sólo un año después.

Vivió en Torrearévalo hasta los 10 años, sólo iba a la escuela cuando no tenía que ayudar en el campo a sus padres, pese a esto se le veía siempre con libros en la mano y llamaba la atención sus conversaciones con personas adultas. A los pocos días de la muerte de su padre, partió para Córdoba en busca de su tío don Fermín del Río, canónigo en esta ciudad, el cual se encargaría de su educación a partir de ese momento.

Para el viaje su madre lo encomendó a unos cagarraches que iban a Andalucía a trabajar en los molinos de aceite. Con una pequeña manta al hombro y un zurrón a la espalda partió hacia el sur. El viaje se prolongó veinte días hasta encontrarse con su tío, canónigo.

Durante su estancia en Alemania muere inesperadamente su tío Fermín y se ve obligado a regresar a España, renunciando a terminar la comisión de estudios encomendada por el gobierno.

En 1845 fue nombrado, en propiedad, por la cátedra de Filosofía, recién creada en la facultad pero Sanz del Río rehusó tomar posesión de la misma alegando que no se sentía preparado (lo que demuestra su modestia) y comenzó su retiro en Illescas (Toledo). Allí se instaló con sus dos hermanas Concepción y Anastasia. Durante su retiro en esta localidad Julián Sanz del Río hacía una vida de estudio, meditación y aislamiento.

De Illescas iba a Madrid una vez al mes para dirigir conversaciones de filosofía con un número de amigos (Álvaro de Zafra, Navarro Zamorano, Manuel Ruiz de Quevedo, Dionisio Gómez, Luis Entrambasaguas, etc.). Estas reuniones acabaron por formar el Círculo Filosófico y Literario.

Durante su estancia en Illescas sostuvo correspondencia sin interrupción con los amigos que dejó en Alemania. En 1853 envió solicitud para el desempeño de su cátedra, creyéndose ya más capaz. Contaba ya entonces con varios trabajos publicados:

- La traducción de la Historia Universal, de Weber.
- Ideal de la Humanidad, de Krause.
- Historia de la Literatura Alemana.
- Teoría de las Sensaciones.
- Algunos trabajos inéditos como el bosquejo de su Metafísica Analítica.
- Algunos artículos publicados en el Semanario Pintoresco Español.

En 1854 vuelve a su cátedra, ahora denominada Ampliación de Filosofía y su Historia y además se le encarga también la clase de Historia Crítica y Filosófica de España. A su cátedra asistían, mezclados con estudiantes, hombres formados, profesores, escritores, políticos y académicos.

Decía a sus discípulos: "Dejad tras de vuestro nombre un rasgo de bellos ejemplos y doctrinas y una memoria sin tacha“. En 1856 contrajo matrimonio en Illescas con Manuela Jiménez, quedando viudo tres años después. El dolor de perder a su esposa exaltó su amor a su cátedra y a la Universidad.

En 1857, en la apertura del curso 1857-1858, leyó el discurso inaugural tomando por asunto la obra moral y científica de la Universidad. Este discurso fue reimpreso en 1860 y fue incluido en la segunda edición del Ideal, en 1870.

Contra el discurso, se acentuó la hostilidad en el diario La Esperanza, por obra de Ortí y Lara, Torre Vélez y otros del grupo político-religioso comúnmente llamado Neo-Católico.

En 1860 había publicado Sanz del Río, dos libros de importancia, la ya citada refundición del 'Ideal de la Humanidad para la Vida', de Krause, adaptado a las condiciones de España, y 'La Metafísica' (Primera parte: 'Análisis'), de Krause, pero con carácter independiente a su interpretación.

En 1865 'El Ideal' se había incluido en el Índice Romano y la revista La Esperanza reanudó una campaña violenta contra Sanz del Río.

En 1867 el ministro Orovio mandó formarle expediente y exigirle una profesión de fe religiosa, política y aún dinástica. Por negarse a estas declaraciones, fue separado de su cátedra. La Universidad de Heidelberg envió entonces a Sanz del Río un mensaje de simpatía suscrito por sesenta y cinco profesores y doctores.

En 1868 el gobierno nacido de la revolución, confería a Sanz del Río el Rectorado de la Universidad que no aceptó dando muestras una vez más de su sincera modestia. Sí aceptó el decanato de la facultad de Filosofía y comenzó de nuevo sus lecciones, sin reparar en sus adversarios.

Su salud iba desfalleciendo hasta caer enfermo de gravedad. Pidió un permiso de varios meses y fue a Vichy a tomar sus aguas medicinales. Volvió restablecido, pero de nuevo se agravaron sus dolencias.

El 12 de octubre de 1869 a las cinco y media de la mañana, fallecía Julián Sanz del Río a los 55 años de edad en su humilde habitación de la casa número 55 de la calle de San Vicente Alta piso tercero derecha, en Madrid. Fue enterrado en cementerio general del sur. El día 18 de junio de 1905, sus restos fueron trasladados al cementerio civil, donde después reposaron también los restos de sus amigos Fernando de Castro, Salmerón, Ruiz de Quevedo, Sales y Ferré, González Serrano, Giner de los Ríos, etc.

Donó su biblioteca a la Universidad y dejó fundada una cátedra libre de enseñanza de Filosofía.

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