Solidaridad

La solidaridad es un valor positivo en sí mismo, que necesita de la empatía para operar y que, afortunadamente, suele abundar cuando nos enfrentamos a situaciones adversas como sociedad.

En la actual situación de invasión ilegal perpetrada por las fuerzas rusas en Ucrania, nuestra sociedad es capaz de ponerse en el lugar de aquellas familias que han visto cómo, de la noche a la mañana, se truncaban sus vidas y debían huir para salvarlas. Es completamente encomiable la ola de solidaridad y ganas de colaborar que han tenido la inmensa mayoría de personas, donando comida o material de primera necesidad o incluso poniendo a disposición viviendas para el acogimiento.

Pese a ello, es el momento de pararse a reflexionar y a escuchar, especialmente a aquellos que tienen experiencia en la gestión de este tipo de crisis humanitarias y tienen encargada la tarea de afrontar esta. Debemos modular nuestra solidaridad para poder prestar una ayuda que sea realmente útil, evitando que nuestras ganas de colaborar conviertan nuestras acciones en contraproducentes.

Sobre el terreno están trabajando ya todo tipo de entidades que, con total profesionalidad, tratan de evacuar de forma ordenada y con garantías a las personas que huyen de la guerra. Debemos evitar establecer canales de evacuación paralelos o que no cuenten con su supervisión, especialmente por la vulnerabilidad de ciertas personas como menores no acompañados o mujeres.

Además, las personas que salen de Ucrania tienen reconocido en nuestro país un estatuto que les garantiza una atención y una cartera de servicios a los que deben acceder por derecho. Para esta atención han sido designadas en Castilla y León, por el momento, ACCEM y Cruz Roja. Por ello es fundamental que nuestra voluntad de ayudar aquí se canalice a través de ellas, confiando en su experiencia y agradeciendo su labor, pero además teniendo en cuenta que, por desgracia, nuestra solidaridad va a seguir siendo necesaria en los próximos meses.