Encarna Muñoz, periodista de Soria Noticias, escribe estas líneas en homenaje a su padre.
Qué fácil nos lo has puesto todo, y qué rabia me da tener que repetirlo una y otra vez. Pero es que no hemos dicho nunca una verdad tan grande. Me cuesta referirme a ti en pasado porque sé que, aunque mi cabeza tiene muy claro que a partir de ahora estaremos obligados a recordarte, todavía es pronto para que mi corazón se haga a la idea de perder a quien me mimaba día tras día.
Puede sonar a tópico, pero tú no has sido un padre normal. Tampoco has sido un marido normal, ni un hermano normal, ni un cuñado normal..., y mucho menos un compañero de trabajo normal. Detrás de un bigote que (sí, todos lo sabemos) te servía como armadura, se escondía un carácter único forjado a base de humor negro, que ahora te ha permitido afrontar la peor de las noticias con el mejor talante.
Ese carácter me desesperó la última vez que me enfadé contigo. Ha tenido que llegar el peor golpe para hacerme entender que siempre has preferido un chiste a una lágrima. Una forma de entender la vida que has llevado hasta las últimas consecuencias, ayudando a todos los que tienes alrededor a cargar mejor con el adiós.
Por ti aprendí que siempre hay que llevar dinero en la cartera, por lo que puede pasar. También que hay que tener amigos hasta en el infierno. Esta que suena tan mal ahora me parece la frase más bonita del mundo. Por eso, a tu despedida acudieron desde los ejecutivos más importantes a los ‘curritos’ más singulares. Te acercabas a todos, ayudabas a cualquiera, y lo hacías con una sonrisa y sin esperar nada a cambio. Por eso no solo te echaremos de menos los de casa.
No querías que llorase. Ahora que no me puedes echar de la habitación con tus estrategias casi perfectas, he aprendido la lección. Intentaré sonreír mientras tenga tiempo y, cuando comience a acabarse, aceleraré para apurarlo y seguir haciéndolo. Te quiero y me encargaré de que no te conviertas en el extraño de las fotos. Prometido, papá.