Justo García Ruiz, sacerdote de 92 años, trae al recuerdo detalles escondidos sobre la coronación de 1947 en la que tomó parte. Rememora nombres y vivencias, sin ocultar que su madre cultivó en él su confianza en la Patrona.
Nueva entrega, y esta es la número 14 del documental que Nacho Grijalbo produce para la parroquia de Nuestra Señora de los Milagros, en Ágreda. Para esta ocasión llega el testimonio de Justo Ruiz García, sacerdote de la localidad que vivió aquel 7 de junio de 1947 con intensidad y muy cerca del centro de aquella celebración canónica de la Virgen como Patrona de Villa y Tierra.
Seminarista entonces y con 18 años, desvela algunos detalles que el olvido se ha encargado de ocultar durante estos casi 75 años. Llegó a Ágreda en un alto en sus estudios en el Seminario de Tarazona y fue uno de los que portaron la corona de la imagen, una joya en cuya materialización colaboró todo el pueblo. Para no dejarse detalles, Ruiz se ayuda de un pequeño texto y enumera nombres de quienes estuvieron cerca de él. También destaca la figura de Félix Collado, sacristán, que con su privilegiada voz "cantaba las misas a sobaquillo".
Fuera ya de anécdotas, y con un tono entrañable, el presbítero agradece a sus padres, sobre todo a su madre, la devoción a la Virgen. Una creencia interior que le ha acompañado toda su vida. Invita a rezar, aunque con "oraciones sencillas" como la Salve o el Ave María, para mantener "ese rescoldo de fe" que supone sentirse acompañado todos los días.
"A una madre no se la olvida nunca", dice al entrevistador, añadiendo que "tener devoción a la Virgen no te penará nunca".
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