La subida de los precios en España alcanzó un 9,8% durante el mismo mes.
La tasa de variación anual del Índice de Precios de Consumo (IPC) general fue en el mes de marzo del 10,6% en la provincia de Soria, por encima del 9,8% de la media nacional, pero por debajo de la media de Castilla y León, que ascendió hasta el 11,0%. Estas cifras se encuentran más de dos puntos porcentuales por encima de las registradas en el mes de febrero (7,6%; 8,3% y 8,5%, respectivamente), siendo de los datos más altos desde 1985.
Por su parte, la inflación subyacente (es decir, el índice general sin tener en cuenta alimentos no elaborados ni productos energéticos) se sitúa en el 4,7% en Soria, mientras que la media nacional fue del 3,4%; en ambos casos más de seis puntos porcentuales por debajo del IPC general. Estos niveles de crecimiento de los precios del índice subyacente son los más altos desde septiembre de 2008, tanto en el caso de Soria como en el conjunto del país.
La amplia diferencia entre el índice general y el subyacente pone de manifiesto las principales causas de las altas cifras de inflación actual. De este modo, tanto en la media nacional como en Soria, las partidas que más han visto incrementados sus precios son la electricidad, gas y otros combustibles, con un crecimiento anual en marzo del 85,5% en Soria y del 80,0% en la media nacional. A esta partida le sigue la utilización de vehículos personales, dentro de la cual se encuentran los carburantes y lubricantes para vehículos, con un crecimiento de los precios del 25,1% en Soria y del 25,4% en la media nacional.
El incremento del coste de la energía también fue el principal impulsor del IPC en 2021, en particular, el de la electricidad que, suponiendo poco más del 3% de la cesta de bienes del IPC español, consiguió acaparar un tercio de la contribución del incremento de los precios en el año. La subida del precio de las materias primas subyacentes (petróleo y gas), son consecuencia de la recuperación económica global (mientras que, en el caso del gas, también afectan los problemas en la oferta), así como de las perturbaciones derivadas de la geopolítica, que afectan a los precios de la energía en Europa dada su dependencia energética del exterior.
Aunque por debajo del del índice general (todas las anteriores partidas crecieron a niveles superiores al mismo), existen otros productos y servicios cuyos precios también se encuentran creciendo a niveles superiores a los observados en los últimos años, como es el caso de los alimentos y de las bebidas no alcohólicas. Concretamente, estos productos crecieron un 4,6% y 4,7% anual en el mes de marzo en el caso de la provincia de Soria, mientras que en la media nacional el incremento fue del 6,9% y 6,1%, respectivamente.
La dependencia de productos químicos para la producción de productos alimentarios (como fertilizantes), los cuales son muy dependientes de los productos energéticos, junto con el incremento en los precios de gran parte de las materias primas agrícolas (trigo, cereales, aceites), son factores que continúan y continuarán presionando al alza los precios de los alimentos a lo largo de 2022.
Ante este contexto, las perspectivas inflacionaistas para el conjunto de 2022 empeoran. De acuerdo con las previsiones realizadas por Afi, tasa media anual nacional podría llegar al 6,0% en 2022. Hasta 2023 no se producirá una normalización de la inflación, reflejando tasas más moderadas que las actuales. Este escenario se producirá a medida que los componentes más tensionados, como la energía y la alimentación, desaceleren.
El notable incremento de los precios puede impactar sobre el crecimiento económico a través de varios canales, reduciendo el ritmo de crecimiento de este. En primer lugar, el encarecimiento de la cesta de la compra reducirá el crecimiento del consumo de los hogares, añadiendo presión sobre el poder adquisitivo de estos.
En segundo lugar, el incremento de los costes de producción derivados del deterioro de la situación en las cadenas de suministro añadirá más presión sobre el sector empresarial. La incertidumbre y la pérdida de confianza de los agentes se podrán notar en la inversión durante los próximos meses, a la espera de que la situación geopolítica se normalice.
En tercer lugar, las presiones inflacionistas también pueden impactar sobre la balanza energética y sobre el saldo exterior neto. El mantenimiento de las exportaciones de bienes y las perspectivas positivas del sector turístico no compensarían, por lo tanto, el deterioro en el comercio exterior de bienes energéticos.