PROVINCIA
Actualizado 26/04/2022 16:17:23

Se van a desarrollar actuaciones de investigación, protección y conservación en los yacimientos de ‘La Coronilla’ (Velilla de Medinaceli), ‘Fuentes Chiquitas’ (Gormaz) y ‘Los Castejones’ (Calatañazor).

La Junta de Castilla y León, en su interés por apoyar la investigación arqueológica en la provincia de Soria, ha publicado la adjudicación de tres contratos, por un importe global de 47.223,5 euros. Estas actuaciones, que cuentan con financiación del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER), serán coordinadas desde el Servicio Territorial de Cultura y Turismo.

La Consejería de Cultura y Turismo, a través de su Plan de investigación, conservación y difusión en materia de arqueología, contempla entre sus líneas de actuación la denominada ‘arqueología preventiva’ y la conservación de yacimientos arqueológicos, apoyando actuaciones de protección e investigación.

A la empresa Arquetipo, SCL, se le ha adjudicado trabajos de documentación y limpieza y protección del yacimiento de ‘La Coronilla’, en Velilla de Medinaceli (17.900 euros), así como estudios de materiales arqueológicos hallados en la excavación del yacimiento de ‘Fuentes Chiquitas’, en Gormaz (14.985 euros). Además, el Grupo de Arqueología Experimental Areco, por un importe global de 14.338,50 euros, será el encargado de la documentación de un área funeraria del yacimiento de ‘Los Castejones’, en Calatañazor, con objeto de profundizar en su conocimiento y conservación, ya que sólo se puede preservar aquello que se conoce, requisito esencial para desarrollar estrategias apropiadas de protección y difusión.

Actuaciones en el yacimiento de la Edad del Bronce de ‘La Coronilla’

El cerro o alto de ‘La Coronilla’ se corresponde con una de las elevaciones más destacadas de la localidad de Velilla de Medinaceli, (1.177 metros de altitud) y morfológicamente es el extremo adelantado de un borde de páramo. Las abruptas laderas delimitan una plataforma de planta triangular, de algo más de 5,4 hectáreas de superficie, que destaca como un otero elevado 177 metros sobre el curso del río Blanco y a unos 162 metros sobre la actual localidad de Velilla de Medinaceli. Se trata, por tanto, de un lugar estratégico en el que se conocía la existencia de un asentamiento prehistórico atribuido a un momento impreciso de la Edad del Bronce a partir de una colección cerámica que tuvo entrada en el Museo Numantino en el año 2014.

El interés científico del lugar, tanto por la singularidad de los materiales como por la posición topográfica -en la cabecera del Jalón, con una fácil comunicación del valle del Ebro con el Duero y el Alto Tajo-, así como la existencia de remociones furtivas fueron argumentos suficientes para iniciar trabajos de campo en 2015, que se continuaron hasta el año 2019, habiendo estado interrumpidos durante los años 2020 y 2021 como consecuencia de los efectos de la pandemia. La dirección científica ha estado a cargo de J.J. Fernández y M. Angeles Arlegui.

Durante aquellos años, con el objetivo de conocer la secuencia de la ocupación y definir la estructura y cronología de la muralla que circunda toda la plataforma, se iniciaron hasta ocho sondeos o áreas de limpieza de pequeñas dimensiones (entre 3 y 12 metros cuadrados). En la mayoría de ellos se repitió una secuencia similar: un único nivel arqueológico entre la capa superficial removida por la actividad agrícola y el sustrato geológico de base que aparece entre 0,30 y 0,60 metros de la superficie actual del terreno. En todas las áreas exhumadas los materiales arqueológicos recuperados son homogéneos, reforzando la idea de corresponder a un único momento de ocupación, más o menos dilatado, que ha podido ser fechado hacia la mitad del segundo milenio antes de Cristo.

De las ocho zonas de intervención se han cerrado cinco y permanecían abiertas tres. En el denominado Corte 1 (190 metros cuadrados), transversal a la muralla en la zona noroeste del cerro, se han podido documentar restos de la muralla y una cabaña de grandes dimensiones, además de algunas otras estructuras domésticas. En el numerado como Corte 6 (14 metros cuadrados), en una posición similar respecto a la plataforma, pero hacia el suroeste del primer corte, se pudo definir el límite interior de la construcción defensiva. Finalmente, en el Corte 8, en la zona central del cerro, se identificó una estructura de forma tumular hasta entonces inédita en yacimientos de esta cronología, de la que se llegó a exhumar parcialmente un total de 94 metros cuadrados.

Después de la última campaña de 2019, estas tres zonas quedaron protegidas con tela geotextil y balizadas y señalizadas, tanto para garantizar la conservación de las estructuras parcialmente exhumadas como para evitar cualquier tipo de accidente a personas o animales. Desgraciadamente, la previsión inicial sobre la continuidad de los trabajos y el tiempo transcurrido sin poderlos acometer han derivado en el deterioro sobrevenido de los elementos de protección y el consiguiente peligro de conservación de los restos arqueológicos, motivo por lo que se promueve la iniciativa que ahora se plantea.

En el Corte 1 se procederá a la excavación de los sucesivos suelos de arcilla de la cabaña, antes de proceder a la protección del conjunto. La cubrición de los restos que se han documentado en las campañas arqueológicas se iniciará mediante tela geotextil sobre la totalidad del módulo y asentará directamente sobre el terreno para posteriormente aportar las tierras previamente exhumadas por toda la superficie, regularizando todo el terreno hasta alcanzar la cota inicial que permitirá la reconstrucción de la cobertura vegetal original.

En el Corte 6 se procederán a identificar en el interior de la muralla (7 metros cuadrados) la roca de base para asegurar la información existente. Posteriormente se procederá, como en el corte anterior, con la protección mediante geotextil y capa de tapado con el depósito de la terrera de la excavación.

Por último, en el Corte 8 se procederá a rebajar, hasta encontrar la roca base al menos en la mitad de la superficie intervenida en campañas anteriores. Así mismo, se delimitará el muro perimetral exterior de la estructura hasta alcanzar un mínimo de 12 metros lineales de frente, proyectándose la correspondiente excavación arqueológica en el segmento resultante de proyectar el límite del arco al centro de la estructura.

Estudio de materiales romanos del yacimiento de ‘Fuentes Chiquitas’

Con motivo de las obras de construcción de un puente sobre el río Duero y la mejora de la plataforma y firme de la carretera SO-160 (El Burgo de Osma-Recuerda) se llevó a cabo una intervención arqueológica, en el paraje de ‘Fuentes Chiquitas’ (Gormaz), que permitió conocer la existencia de un complejo artesanal alfarero romano del siglo I después de Cristo, del que se exhumaron dos hornos así como una serie de dependencias anexas.

La gran cantidad de fragmentos recuperados imposibilitó un examen en profundidad. Una vez concluida la redacción de la memoria referente a los trabajos de campo, resulta necesario un estudio pormenorizado de los restos de cultura material con vistas a extraer la interesante información que contienen sobre aspectos tecnológicos de la producción cerámica, así como sobre cuestiones económicas, sociales y culturales respecto de las personas que desarrollaban su vida en torno a este alfar.

Se utilizará un programa informático específico para el inventario de materiales arqueológicos, que permitirá almacenar la información extraída de cada pieza y elaborar análisis estadísticos.

Dada la gran variedad de materiales, se elaborará una ficha específica que recoja las distintas variables que definan cada grupo. Así, se desarrollará una base de datos que describa los recipientes cerámicos, otra para las ‘pondus’, para los objetos de piedra, vidrio o hueso también se formulará un registro específico aunque conformen conjuntos de un solo elemento. Igualmente, entre los metálicos, se registrarán diferentes plantillas para los arreos de caballo, etc. No obstante, todos ellos podrán interrelacionarse, a partir de sus parámetros comunes, definiendo tipologías dentro de los diferentes conjuntos, agrupando los objetos localizados en un mismo contexto.

Igualmente, se incluirá documentación gráfica o fotográfica de todas las piezas inventariadas. Se dibujará entre 1 y 2 % del volumen total de materiales, seleccionando las piezas más completas o interesantes.

Se realizarán analíticas para caracterizar la producción desde un punto de vista químico y mineralógico, lo que permitirá comprobar la tecnología determinando la temperatura y fases de cocción. También se contrastará si se utilizaron diferentes materias primas con respecto del taller de El Burgo de Osma y si ambas factorías funcionaron coetánea o sucesivamente.

Posteriormente se examinarán los datos intentando una más completa reconstrucción de los recipientes, extrayendo conclusiones relativas a la funcionalidad de los mismos, valorando las proporciones de material importado respecto del manufacturado en el taller y, a partir de ello, poder hacer hipótesis sobre la extracción social de los operarios, individualizando los elementos de uso de la factoría respecto de los residuos de la actividad, comparando más exhaustivamente –en base a tipos, decoraciones y analíticas- el grado de similitud con respecto al taller de El Burgo de Osma para intuir el grado de independencia o dependencia, determinando la dispersión comercial.

Una exhaustiva catalogación de las pesas de telar, así como la concreción de su ubicación espacial, permitirá elaborar hipótesis sobre su destino doméstico, comercial o industrial en el propio yacimiento, así como corroborar las teorías apuntadas para otros enclaves o plantear nuevas vías.

Documentación de restos funerarios en el yacimiento de ‘Los Castejones’, en Calatañazor

Este yacimiento, situado frente a la histórica villa de Calatañazor, estuvo ocupado durante los siglos III al I antes de Cristo. Su identificación con la ciudad celtibérico-romana de Voluce o su correspondiente mansio ha suscitado polémica desde antiguo. El lugar cuenta también con ocupación durante el periodo tardoantiguo, del que se han localizado interesantes materiales que se podrían poner en relación con el contexto funerario que se pretende documentar.

El yacimiento fue objeto de una excavación en 1924 por Blas Taracena, que se ciñó casi exclusivamente a identificar los restos defensivos. La describe como una gran estructura de 160 metros de longitud por 4,5 metros de altura, que en algunos puntos conserva una anchura de hasta 18 metros. La muralla se dispone solo en el flanco sur por ser el único que necesita de defensas artificiales, ya que el resto está protegido por los cortados naturales. Al realizar zanjas transversales en el exterior del castro documentó una segunda muralla, como antemural que discurría paralela a la interna, a unos 24 metros. Describe por último un recinto fortificado situado a 200 metros al sur de los Castejones, en un paraje conocido como ‘Los morrretes’, de 60 metros de largo, circundado por una muralla de sillarejo de 3 m. de espesor y en la esquinas con macizos cuadrados a modo de torres. También allí realizó algunos cortes con resultados negativos.

El material referido por el autor es diverso y de amplía cronología. Los restos más antiguos corresponden al Bronce Medio y los más abundantes a la etapa celtibérica, aunque se documentaron también algunas cerámicas alto imperiales. Describe el hallazgo de una tinaja con trigo que contuvo bolas y husillos y piezas metálicas de distintas épocas: dos hoces y el trabón de caballo romanos y una punta de lanza que califica como ‘cuadrillo’, así como dos pinjantes de caballo que consideró medievales.

Taracena concluyó que los restos de ‘Los Castejones’ corresponden a un ‘castillo’ indígena, cuya cronología establece entre finales del siglo III a principio del II antes de Cristo, que perdura en época romana, hasta el siglo V, y lo asocia con Voluce y con la mansión viaria. A través de sus descripciones no se puede determinar si algunos de los restos murarios corresponden o no a la época tardoantigua, ya que no hay evidencias arqueológicas suficientes y se desconocen los contextos en que aparecieron la mayoría de los restos materiales de ese momento.

El yacimiento no ha sido objeto de trabajos arqueológicos posteriores a la actuación de Taracena, aunque sí lo han sido los objetos materiales. Hay que destacar el estudio que realizó E. Dohijo en la revista Espacio, Tiempo y Forma, en 2014, centrado en la etapa tardoantigua.

En el año 2020 se tuvo constancia de un expolio arqueológico, fruto del cual salieron a la luz restos óseos humanos, a unos 100 metros al sur del asentamiento. La necesidad de documentar, contextualizar y proteger estos restos de una posible necrópolis ha llevado al Servicio Territorial de Cultura a promover este contrato.

Los trabajos que se van a realizar consisten en: consulta y puesta al día de la documentación existente sobre el yacimiento; realización de una prospección superficial previa del paraje; excavación arqueológica en la zona de aparición de los huesos y lugares idóneos a determinar tras la realización de la prospección previa; documentación y tapado de las catas con la tierra extraída; adecuación de la zona y la actualización de la base de datos PACU.

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