Los jurados de Santa Catalina, los últimos en incorporarse a las alcaldías de barrio, optimistas pese a la pérdida de vecinos.
Con todo encauzado y mirando con emoción a las fiestas, los jurados de Santa Catalina, Justo Aldea y María José Marco esperan que los Sanjuanes les traigan la alegría que todo alcalde de barrio confía para esos días. En un barrio que viene arrastrando hace años un número reducido de vecinos ahora se hace el momento de “avanzar” en la gestión de las fiestas.
Conocedores de la cuadrilla, por ser vecinos de la misma, ven lo “complicado” que supone un área con personas envejecidas en un censo que cada vez se reduce más. “Hemos notado la bajada en el padrón con arreglo a hace dos años”, indican. Algo que lleva implícito, por ejemplo, el número de tajadas para repartir, mientras que por parte del Ayuntamiento, sin negar el apoyo brindado, “la línea es la misma que la de todos los años, pero los tiempos cambian. Hay que sentarse y hablar para solucionar los problemas”, subrayan.
Adaptar los Sanjuanes
Tanto en lo que es la gestión de los vecinos, “el 20% entran en fiestas, el resto no”, como en otros aspectos como los residuos en Valonsadero o el problema que supone la traída de los novillos en La Saca, se hace preciso el debate. “Hay que adaptar los Sanjuanes a lo que quiere la gente”, continúan, y recalcan que “no todo son usos y costumbres, que también, pero hacen falta cambios”. Ello no quiere decir que estos días “unen” voluntades y sentires. De hecho, relatan la alegría que les fue transmitida por parte de las hermanas de la Caridad, que como se sabe, se hallan en lo que en tiempos se llamó colegio Sagrado Corazón, y que aplaudieron la decisión de los jurados para liderar la cuadrilla. Se trata de uno de los “muchísimos ánimos” que han recibido. Convienen en asegurar también la unión que suponen las fiestas. Con dos hijos, estos han sido el “motor” para impulsar la intención de encabezar el barrio, y son “un punto de apoyo importante”.
En cuanto a los preparativos, los jurados, que fueron los últimos en postularse para este cometido, prefieren centrarse más en las labores externas, mientras que los adornos del local siguen su curso, aunque no de un modo prioritario. “Hemos llegado tan de sopetón que hemos preferido prestar más atención a otras gestiones, aunque también estamos en ello”, comentan.
Ahora, se abre un nuevo horizonte para unos días que seguro serán “inolvidables e irrepetibles”.