Ya que las donaciones comienzan a escasear durante los meses de verano he decidido que era el mejor momento posible para superar mis miedos irracionales e iniciarme en esta práctica. Esta fue mi -nada aterradora- experiencia.
Hace un día veraniego muy agradable que me permite disfrutar del camino hasta el parque de Santa Clara. Los nervios hacen que me tiemble todo el cuerpo pero no dejo que me detengan esta vez. Por fin, el miedo a las agujas no me va a impedir ir a donar sangre por primera vez. No es un acto heroico, ni mucho menos, pero quizás otros como yo, que lleven tanto tiempo huyendo de ello, puedan animarse a raíz de mi experiencia.
Sí que existen varias razones por las que no se puede donar sangre, aunque entre ellas no se encuentran ninguna de las excusas más habituales. Por ejemplo, hacerse un tatuaje o piercing solo requiere un tiempo de espera de 4 meses para poder donar, similar a realizarse una endoscopia o someterse a una cirugía mayor. Encontrarse en un proceso infeccioso, tener un peso inferior a 50kg, superar el número máximo de aportaciones anuales (4 en hombres y 3 en mujeres), o padecer enfermedades como la hepatitis y la diabetes sí que son causas para no donar, aunque los profesionales siempre informan de todas estas contraindicaciones al llegar al centro. "Sí son excusas, pero solo lo son porque en realidad no quieren donar, no porque les impidan hacerlo", comenta José Luis Molina, presidente de la Hermandad de Donantes de Soria. "Si vienes una o dos veces y ves que te sientes mal, o que lo que has hecho no merece la pena vale, no vuelvas, pero al menos lo has intentado", añade.
Y a eso voy yo, a intentarlo. Cuando se acercan los meses de verano las donaciones de sangre comienzan a escasear así que no podía haber un momento mejor para lanzarme a la piscina. José Luis Molina me comenta cómo bajan las reservas durante los periodos de vacaciones. Él recomienda donar antes de irse y no posponerlo, porque siempre acaban surgiendo imprevistos. Parece que este año algunos le han hecho caso, ya que cuando llego al Instituto de Ciencias de la Salud, el flujo de donantes entrando y saliendo es constante.
Antes de enfrentarme al momento de la verdad escucho atentamente toda la información que me aportan sobre los próximos 10 minutos de mi vida. Voy a donar medio litro, como dicta el protocolo, la mitad de lo que podría donar sin que tuviera efectos sobre mi estado de salud. Aparte del pinchazo, lo único que debería notar sería la apretada goma alrededor de mi brazo para facilitar el flujo de sangre, y un leve cosquilleo en las manos que, me reiteran, se debe a la presión de esta banda sobre mi nervio y no a una falta de sangre en mis extremidades. Tras un rápido chequeo en el que dictaminan que no sufro anemia, paso a la sala contigua, en la que me espera un sillón que llevo temiendo mucho tiempo, pero que me recibe con los brazos abiertos para ofrecerme un inesperado confort.
Ya ahí sentada se me comienza a nublar la mente aunque la donación, como tal, todavía no ha comenzado. Me colocan la famosa goma y miro a otro lado para evitar ver la aguja. Repito en mi mente la cuenta atrás, cierro los ojos, 3, 2, 1... y antes de que pueda darme cuenta, mi sangre ya ha comenzado su camino solidario. Va saliendo de mi cuerpo movida por la fuerza de la gravedad y se deposita en una bolsita, que yo, para ser sinceros, no me atrevo a mirar. La noticia de que el saquito ha terminado de llenarse me pilla enmedio de una interesantísima conversación con la enfermera que apenas nos había dado tiempo a empezar. Poco más de 5 minutos he tardado en terminar eso que tanto tiempo llevaba posponiendo.
Termino de donar, haciendo frente a un mareo que corresponde más a pensar de nuevo la aguja que abandonaba mi brazo que a haber llenado esa bolsa que ahora, en forma de plasma, iría directa a ayudar a alguien que la necesitara. Aunque mi grupo sanguíneo no es el más urgente, ya que siempre suelen escasear las reservas de A+ , 0- y 0+, todas las aportaciones van a cumplir su propósito de ayudar. "Si no fuera por la sangre que donamos no habría intervenciones quirúrgicas", asegura Medina. Y es que un transplante como el de hígado puede llegar a necesitar entre 40 y 45 bolsas. "Los que venimos a donar sangre no venimos por gusto, venimos porque queremos ayudar a los demás", me recalca, y ahora más que nunca entiendo por qué lo dice. Siempre había pensado que igual esto no era para mí, pero supongo que nadie lo consideraría un hobby. No depende de que te guste o no, simplemente de por qué y para quién lo haces y aunque esos quienes no tengan nombre todavía, siempre hay alguien que va a agradecer poder tener tu saquito de vida.
"Con toda la gente que hay en Soria, con que donase una vez al año ya nos sobraría", bromea Molina, aunque el siempre destaca la gran colaboración de los sorianos cuando existen llamamientos o, incluso, cómo acuden a estos compromisos de forma periódica. Mientras disfruto del revitalizante zumo que devuelve poco a poco a la realidad, miro el reloj y apenas han pasado 20 minutos desde que he entrado, con explicaciones y retrasos por temblores incluidos. Mientras salgo por la puerta pienso en cómo invertir una parte tan pequeña de mi día puede ser de tanta ayuda, aunque en realida sea solo un pequeño granito de arena. En 4 meses vendré a repetir.
Durante el año 2021 la Hermandad de Donantes de Soria contó con un presupuesto de 55.390€ entre lo que aporta la propia Fundación de Hemoterapia y Hemodonación de Castilla y León, ayudas del Ayuntamiento de Soria y patrocinadores, con los que tienen que sufragar gastos de plantilla, publicidad, seguros y todo tipo de actos. El pasado año, la hermandad tuvo que cerrar el ejercicio con un déficit de casi 1.600€. José Luis Molina agradece la colaboración de todas las instituciones y empresas que les ayudan a continuar con su labor.
En la asamblea de Donantes de Sangre celebrada hace muy poco, a la que acudieron 175 personas entre donantes y autoridades de distintas instituciones sorianas, la Hermandad pudo hacer balance del año pasado. Aunque acabaron satisfechos, superando el número de donaciones del año anterior en casi 300, con 5.185 en total, reconocen que siempre queda mucho trabajo por hacer y que nunca sobran aportaciones. En la reunión también hubo tiempo para las celebraciones, en concreto, para reconocer la solidaridad de aquellos donantes y colaboradores que siempre están dispuestos a ayudar. Sorianos de Pura Sangre a los comerciales, a la persona con el mayor número de donaciones, los Gota de Oro… En total más de 30 individuos obtuvieron un reconocimiento por esta importante labor altruista a la que esperan que cada vez se sumen más sorianos.