Breve pero certero y efectivo el encierro matinal de los novillos, con gran afluencia en Cañada Honda. Algún susto, aunque sin mayores consecuencias.
Casi visto y no visto es como se podría describir el encierro de los novillos de San Juan en los corrales de Cañada Honda. La manada de doce, muy agrupada, apenas se deshilachaba previamente a ser guardada en el aprisco.
En apenas cincuenta minutos los astados quedaban a buen recaudo, gracias a la intervención de los pastores, los sanjuaneros a pie y de los caballistas, sin dejar a un lado los cabestros, una de las 'herramientas' más útiles para agrupar una manada a la que se 'lavará la lengua', como titula la jornada, esta tarde, para comprobar su bravura.