Como cada noche de San Juan, la localidad enciende su hoguera y los jóvenes 'siembran' las calles con este tipo de plantas.
Si hay una hortaliza diferenciadora en Ágreda es su cardo rojo, que se cultiva en las huertas de la localidad y que se degusta en invierno, sobre todo en Navidad. Sin embargo, también hay otro cardo, el que crece de manera espontánea y que en estas fechas de finales de junio se encuentra en todo su esplendor, incluidas sus nada despreciables espinas.
Precisamente es esta planta la que acompaña al protagonismo de la hoguera que se enciende en la noche de San Juan, al pie de la iglesia del mismo nombre. Los más jovenes, tras presenciar la pira y escuchar la música de la Banda municipal, reparten cardos, y también alguna rosa, por todo el pueblo para obsequiar a las agredeñas. Los regalos responden bien al caso de haber dado 'calabazas' a algún interesado o bien para reconocer su simpatía en la segunda intención.
Una tradición que permanece constante en el tiempo y donde el empeño -ni mucho menos hortícola- de los jóvenes agredeños expresa su parecer ante algunas de sus paisanas.
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