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CAPITAL
Actualizado 24/07/2022 21:05:31

Ponen así fin a 4 jornadas festivas en las que la Asociación de Vecinos ha programado actividades para todas las edades, aunque preocupa la falta de relevo generacional dentro de la agrupación.

Yinkanas, torneos, músicas, verbenas, carretones, mariachis, toro de fuego... La Asociación de Vecinos de La Barriada ha puesto a disposición de todos los habitantes del barrio una gran variedad de actividades para celebrar sus fiestas de verano. Pero incluso lo bueno llega a su fin y hoy se han reunido en la Casa de Autoridades en Valonsadero para celebrar la comida que anuncia el final de las fiestas.

Este año "se nota que había ganas de fiestas", asegura Ignacio Gutiérrez Maroto, presidente de la Asociación. Aunque han notado más participacion que otros años, hay eventos que no son tan multitudinarios. De los 800 vecinos asociados, solo 80 han acudido a esta comida de despedida, entre un 30% y un 40% menos de lo que suele ser habital. "Normalmente éramos 200, o incluso 300", añade Gutiérrez, apuntando, entre las posibles causas, el miedo al covid y el calor extremo, que les ha obligado a cambiar de planes con algunos de los torneos programados.

Aunque todas las jornadas se han caracterizado, como suele ser habitual en el barrio, por un ambiente familiar para todas las edades y una fiesta que no descansa de noche ni de día, sí que ha habido un momento destacado. "En la Barriada lo más apreciado es el viernes con las migas, chorizo, torrezno y el refresco, siempre ha sido lo que más gusta. Este año hemos dado unas 1.100 raciones", asegura el presidente de la agrupación, satisfecho. Un evento especial para los que van a degustarlas, pero "muy duro para los que tenemos que prepararlas", bromea.

Estas célebres fiestas de barrio, según Ignacio Gutiérrez, no son difíciles de organizar, aunque se va complicando encontrar ayuda suficiente. La junta de la Asociación cuenta con 9 miembros, aunque Gutiérrez reconoce que cuando hay colaboración "todo va sobre ruedas", y siempre ayudan los años de experiencia y de eso no les falta. El presidente de la Asociación de Vecinos lleva 31 años implicado con el barrio, el tesorero, 30. El miembro más longevo de esta junta ya suma 87 años de edad.

Ese es, precisamente, el problema principal que identifica Gutiérrez en el mantenimiento de las asociaciones vecinales. "La gente joven sí se hace socia pero son uno más del bulto. Cuando hay asambleas por asuntos organizativos la gente no va", lamenta. Cree que el relevo generacional es la gran asignatura pendiente. "Lo que falta es gente joven que traiga ideas nuevas. Pensamos que lo estamos haciendo bien pero no tenemos la mentalidad de alguien de 30 años", afirma. Un peligro que, a ojos de Gutiérrez, puede hacerlas desaparecer, provocando "una gran pérdida para la ciudad".

Mientras tanto, los vecinos más fieles a la Asociación esperaban ansiosos una paella que, además a fin de fiestas, sabría a victoria por seguir manteniendo, un año más, esta celebración de pertenencia la Barriada.

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