Esta visontina es hija de la que muchos consideraban el alma de las fiestas de Vinuesa. Ella destaca la tradición que se esconde detrás de cada momento de las fiestas de Vinuesa. Vecinos y visitantes vibran con los actos religiosos, y también se dejan el alma en los más populares.
Las fiestas de Vinuesa, en honor a la Virgen del Pino y San Roque, se celebran entre el 14 y el 18 de agosto, y suponen todo un alarde de tradición. Desde la Pingada del Mayo a la caldereta, sin olvidar por supuesto su laureada Pinochada. Son festejos para “vivir de día porque cada jornada guarda momentos con siglos de historia, que convierten a estas fechas en únicas”, cuenta Sandra Laguna Latorre.
Esta visontina, de ojos intensamente azules y amplia sonrisa, no pasa desapercibida en el pueblo. Regenta una de las tiendas con más encanto de la localidad, pero lo que le otorga su reputación de amante de las fiestas es la condición de ser hija de su madre, la famosa Carmen Latorre, el alma de las celebraciones para la mayoría de sus vecinos.
Sandra describe a su madre como una persona “muy entrañable, simpática, habladora y generosa que, por encima de todo, amaba a su pueblo y sus fiestas”. Recuerda que, en su casa, el ritual que se seguía con más devoción era armarse con el traje de piñorra para bajar a ‘combatir’ en la Pinochada. “Ese día era el único que se permitía cerrar la tienda por unas horas”, afirma visiblemente emocionada nuestra protagonista.
Y es que Sandra lleva un año aprendiendo a vivir sin su madre, meses en los que, sin quererlo pero sin poder evitarlo, se ha convertido en la heredera de un espíritu celebrador que ahora también lleva por bandera. Por ello, es una voz cualificada para explicar la esencia de unos festejos en los que se diferencian dos partes. “Los tres primeros días están regidos por la tradición y la religión. Dos cofradías (Virgen del Pino y los casados, y San Roque con los solteros) dirigen, aunque quien protagoniza es la figura de la mujer, la Pingada del Mayo, la ofrenda de la Vela y la Pinochada. Los otros dos días son más populares con los toros y la caldereta para relajar toda la devoción”, refiere.
Para Sandra, no todo tiempo pasado fue mejor. Destaca que Vinuesa ha sabido mantener lo propio “mejorándolo”. Pone en valor la implicación de vecinos e hijos del pueblo, pues “cada vez hay más personas en las cofradías y es una alegría”, concluye.
Estas fiestas serán diferentes para Sandra Laguna. Será difícil evitar las lágrimas cuando el 14 de agosto suenen las campanas llamando a fiestas. “En ese momento siempre te acuerdas de los que no están, pero disfrutaremos por ellos”, promete.