OPINIóN
Actualizado 28/09/2022 18:28:58
Sergio García

Artículo de opinión de Sergio García Cestero, director de Soria Noticias.

Durante los últimos días de septiembre, hemos tenido en la capital varias peleas (o agresiones, según a quién preguntes) que, para una ciudad como Soria, son noticiables. Una dejó, en la calle de entrada a la plaza del Tubo, un reguero de sangre. Las otras dos, a las afueras del mismo céntrico local, dejaron sendos heridos de cierta gravedad, uno de ellos tuvo que ser ingresado en la UCI y trasladado a Valladolid. Los sucesos no son exclusivos de la capital. Vinuesa vivió este verano una jornada de temor, con un vecino atrincherado en una vivienda, que amenazó con hacer volar el pueblo. Un hombre desapareció en Ciria en extrañas circunstancias, y Garray amaneció un día con un vehículo estampado y abandonado en el centro del pueblo.

Sucesos de los que apenas conocemos detalles ni evolución. Hoy les contaré cómo trabajamos nosotros en estos casos, para dar respuesta a los lectores que, con cierta razón, nos preguntan por qué de unos sucesos informamos y de otros no; por qué ya no se aportan datos como iniciales o nacionalidad; o por qué no hay seguimiento de los heridos. Bienvenidos a una triste realidad ajena a las conspiraciones.

El equipo de redacción de Soria Noticias se entera, como cualquiera en Soria, pero con algo más de iniciativa, de que ha pasado algo por un mensaje, una llamada, o una charla con alguien que ha sido testigo o ha visto que “algo pasa”. El siguiente paso es buscar la versión oficial. La ofrece el 112 en el caso de haber recibido llamada, prensa de la Delegación de la Junta en materia hospitalaria, y los departamentos de comunicación de ayuntamientos o Subdelegación del Gobierno, de quienes dependen los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad involucrados.

Salvo honrosas excepciones, entre ellas el 112, que ofrece detalles puntuales y rápidos de la alerta y del dispositivo movilizado, la información oficial que llega a los medios es escasa, intencionalmente medida y habitualmente tardía, muy tardía. Cuando las fuentes oficiales dan la callada por respuesta, o la mísera confirmación de que algo ha pasado, no solo realizan una dejación de sus funciones, sino que abren la puerta a que la realidad se construya en base a rumores, medias verdades y versiones interesadas, que no beneficia a nadie, pues genera más incertidumbre e inseguridad. Peor para los involucrados, para el periodista, para los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. En definitiva, peor para todos.

Una de las puertas que abre la desinformación es la del racismo. El comentario “otro caso aislado” se multiplica, hasta en noticias donde los agresores son españoles, “y muy españoles”, algo que no se dice porque se ha decidido privar a la sociedad de conocer ese dato. Creo firmemente que los detalles y los datos no solo son justos con la verdad, y permiten a la sociedad conocer la realidad en la que viven, sino que habilitan un análisis realista del problema, y la búsqueda de soluciones efectivas.

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