REPORTAJES
Actualizado 16/10/2022 20:52:30
Encarna Muñoz

Dos grandes grupos empresariales han apostado por la Ribera del Duero soriana y son muchos los que apuntan que el cambio climático podría estar detrás de estas decisiones. Los expertos nos ayudan a desgranar la realidad para comprender la explosión del vino soriano.

Este pasado verano ha sido sofocante. Las olas de calor se han sucedido, y los termómetros han alcanzado cifras nunca vistas. Un ejemplo fueron los dos récords alcanzados en Soria durante el mes de julio: la estación de la AEMET en la capital registró 38,7 grados, la temperatura más alta en sus 70 años de historia. Esta situación puede recibir el nombre de cambio climático o no (pues muchos se resisten a aceptar la evidencia), pero, según avisan los expertos, no dejará de agravarse.

La sufren y sufrirán plantas, animales y seres humanos; pero como en todo cambio, también en este se localizan oportunidades, y una de ellas parece ubicarse en la zona suroeste de la provincia de Soria.

Interés creciente

La que hasta hace pocos años podía calificarse como la gran olvidada de la Ribera del Duero, porque las voces por aquel entonces acreditadas aseguraban que hacía demasiado frío para una buena maduración de la uva, recibe ahora la atención de grandes grupos empresariales y bodegas. En 2021, la empresa Vitis Navarra escogió la localidad de Zayas de Báscones (municipio de Alcubilla de Avellaneda) para colocar, en un terreno de 800 hectáreas, 180 de viñedo y portainjertos, además de levantar sus propias bodega y naves.

La emblemática bodega Protos daba más impulso a este movimiento, arrendando este año 63 hectáreas al Ayuntamiento de Zayas de Torre (municipio de Langa de Duero), para “asegurarse uva de calidad frente a un panorama meteorológico incierto”, señala Carlos Villar, director general de Bodegas Protos.

"Soria tiene el único suelo virgen de la Ribera del Duero"

Villar explica que “más allá del cambio climático, se trata de una evolución estratégica”. Añade que, en un contexto como el actual, “con calor excesivo y sequía, tiene sentido ‘variabilizar’ el riesgo”. Por ello, una vez que cuentan con bodega en Peñafiel (Valladolid) y Anguix (Burgos), han escogido plantar sus viñedos en un terreno “a más de 1.000 metros de altitud, con veranos más frescos y maduraciones más lentas”.

La apuesta es firme, pues la intención es alcanzar las 450 hectáreas en Soria, para que estas supongan un 25% del total de la firma Protos. También entra en sus planes la construcción de una bodega para “no tener que transportar la uva”, puntualiza el director general.

Una Ribera especial

En general, la Ribera del Duero tiene un clima privilegiado con un factor diferencial, que son unas mínimas “relativamente bajas”. No obstante, las características de la parte soriana la convierten en especial. “En la zona oriental de la Ribera del Duero (Soria), las mínimas son un poco más bajas (un par de grados de media), lo que proporciona una oscilación térmica también un poco mayor”, explica Benito Elvira, meteorólogo de la AEMET. Esto, que “ocurre por la altitud y una orografía más compleja, con valles ubicados entre el Sistema Ibérico y Central”, influye decisivamente en la maduración de la uva.

De cara al futuro, todos los informes apuntan a un incremento de las temperaturas. Los más optimistas consideran que hasta 2100 el termómetro escalará un grado, pero los más pesimistas apuntan a que este ascenso podría llegar a los 8. “Lo más probable es que los valores suban 3 o 4 grados”, refiere Elvira.

Esto lleva al meteorólogo a calificar como “inteligentes y seguras” las inversiones que se están realizando en la provincia de Soria. “Cambio climático habrá para todos, pero aquí estamos en mejores condiciones de afrontarlo porque tenemos más margen. Además, las mínimas subirán un poco menos que las máximas, por lo que la amplitud térmica será mayor”. Concluye, agregando que “es buena idea adaptarse al cambio climático cultivando en zonas de mayor altitud”.

Opinión profesional

La Ribera del Duero soriana está de moda, pero su realidad la conocen mejor que nadie los profesionales que apostaron por ella hace años. Jerónimo Contreras es director gerente de Bodegas Castillejo de Robledo, marca instalada en el municipio del mismo nombre desde 1998. Él considera que el interés por la provincia no responde únicamente a factores climáticos, sino que es una conjunción entre la economía (hay tierra disponible a precios razonables), buenos suelos, viñedos centenarios y el efecto llamada.

Pide, en primer lugar, distinguir entre tiempo y clima cuando se habla de cultivos, y para ello “es necesario analizar muchos años y distintos parámetros”. Asegura que son determinantes la insolación, “de la que vamos sobrados”, y el periodo libre de heladas, que “no ha cambiado significativamente, lo que sigue perjudicando a Soria”. Este abarca desde mayo hasta septiembre, y “es un factor limitante porque en una noche has podido cargarte la viña”, refiere Contreras.

El director gerente de bodegas Castillejo de Robledo cree en las posibilidades de la Ribera del Duero soriana para crecer, y da la bienvenida a los de fuera, pero advierte del riesgo de “morir de éxito como le ha pasado a Rueda”.

De Castillejo de Robledo viajamos a Matanza de Soria (San Esteban de Gormaz). Allí, Ana Carazo dirige ‘La Loba’. Coincide con Contreras en que se busca Soria porque “el único suelo que nos queda virgen en Ribera del Duero está aquí”.

Añade que “la bodega grande está buscando diferenciarse con un vino exclusivo, y por eso están poniendo los ojos en nuestros viñedos centenarios”. Pone a todos los pies en el suelo expresando que “no tenemos lo mejor de la Ribera”, pero agrega que “nuestra suerte es que ahora buscan vinos más frescos porque en la variabilidad está la armonía”.

La expansión de la Ribera soriana

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