Artículo de opinión de Silvia Largo, portavoz de Soria ¡YA!
Vuelven fechas cargadas de ilusión y también de cierta nostalgia. Durante estos días navideños, Soria y sus pueblos vuelven a rebosar de alegría, en una pausa al sopor invernal que sigue al verano más bullicioso. En las calles se respira un aire especial. Las caras de los más pequeños se iluminan de una ilusión que nos contagia a los mayores, que nos retrotrae a otros momentos de la vida en los que veíamos el mundo como ellos, con un brillo único en los ojos.
Son fechas de reencuentro, en las que volvemos a abrazar a los que no comparten con nosotros el día a día. Esos seres queridos que se tuvieron que marchar en busca de oportunidades fuera de Soria, pero que no faltan a la cita de Navidad. Y volvemos a reunirnos con la familia y con amigos que hace tiempo no vemos, porque unos vivimos aquí, otros allí… Y qué mejor que la Navidad para ponernos al día, conocer a la nueva peque, felicitarnos por los cambios de trabajo, ascensos o sueños cumplidos. Días que deberían durar mucho más, que saben a muy poco.
También nos acordamos de los que están lejos y no pudieron venir a Soria, al pueblo. Que hace tiempo que no vemos. Conectamos a través de los móviles, con videollamadas que saben a poco, siempre y cuando la cobertura lo permita. Aunque haya que subir a lo más alto del pueblo, esa llamada hay que hacerla para sentirnos todos más cerca.
Pero también es momento de añorar a los que nos están. A los que se fueron para no volver, dejando un hueco en nuestras mesas, en la memoria y en los corazones. Les recordamos con un brindis y con anécdotas de sobremesa de las que son los protagonistas, con historias que nos emocionan.
Y los deseos. Pequeñas esperanzas o grandes sueños. Cada cual ha escrito su carta pidiendo ese regalo especial, esperando que, tras un año portándose bien, se haga realidad. Que bajo el árbol, junto a las zapatillas, aparezca eso que llevamos tiempo soñando.
Son días mágicos, en los que sacamos lo mejor de cada uno de nosotros. Un espíritu que debería permanecer durante el resto del año y no diluirse el 7 de enero, cuando se han apagado las luces.
Ojalá todos y cada uno de vuestros deseos se conviertan en realidad en 2023.