OPINIóN
Actualizado 31/01/2023 12:48:05
Eder García

Artículo de opinión de Eder García, concejal socialista en el Ayuntamiento de Soria y soriano comprometido.

Hace unos días escuchábamos a Alfonso Fernández Mañueco descalificar a Pedro Sánchez, diciendo de éste que carecía de escrúpulos en su maniobra de mantenerse en el poder. Hay que ser cínico y tener muy poca vergüenza para hacer ese tipo de afirmaciones cuando tienes la trayectoria que el propio Mañueco tiene.

Su posición como responsable del PP en Castilla y León y sucesor de Herrera en la presidencia de la Junta no está libre de sospecha, ya que se está dirimiendo en los tribunales si amañó el proceso de primarias en su partido. Cuando consiguió presentarse a unas elecciones las perdió, pero no dudó en hacer todo lo contrario a lo que ahora predican: pactó con el -casi- desaparecido Ciudadanos para gobernar frente al partido más votado, el PSOE de Luis Tudanca.

Dentro de su afán por mantenerse a toda costa y viendo que sus encuestas le daban mejores resultados electorales, pegó la patada a su socio de gobierno para convocar unas elecciones autonómicas en las que lo cambió por la extrema derecha. Lejos de lo que hace su familia política en toda Europa, Mañueco tiene el dudoso honor de ser el primero en darle responsabilidad de gobierno a la ultraderecha, sirviendo de prueba para lo que Feijóo repetiría mañana en España si tuviera oportunidad.

Hay una diferencia abismal entre Mañueco y Sánchez. El primero da poder sin competencias a un misógino que trata de atacar a las mujeres y destrozar el diálogo social, además de destruir tejido empresarial y servicios públicos como la sanidad. El segundo pacta para subir las pensiones y el SMI o aprobar paquetes de medidas para evitar que los más débiles paguen los efectos de la subida de la energía y los precios, con datos de crecimiento récord del PIB y del empleo estable.

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