OPINIóN
Actualizado 03/02/2023 18:52:25
Sergio García

La carta de Sergio García, director de Soria Noticias.

8 de noviembre de 2016. Trump se convierte en presidente de los Estados Unidos. Su victoria en el cinturón de óxido (denominado así por su preponderancia industrial a mediados del siglo XX) llevó al republicano a la Casa Blanca al imponerse en estados como Michigan, Pensilvania y Ohio. Pero lo cierto es que esos estados no están repletos de conservadores blancos de avanzada edad, ni de ricos recalcitrantes que buscan una disminución de sus impuestos, sino todo lo contrario. Detroit, la otrora capital del automóvil, fue el ejemplo palmario de aquella victoria. Allí, en una gran ciudad venida tan a menos que cayó en la banca rota, ciudadanos afroamericanos, inmigrantes, trabajadores de las fábricas y desempleados le votaron en masa. Lo hicieron porque Trump ofrecía un discurso alternativo hacia una realidad inexorable, la globalización, que todo el mundo presentaba como positiva pero que a ellos les había destrozado la vida.

En ese terreno, en el de ofrecer discursos discordantes con la corriente dominante, es donde se desenvuelve a la perfección el populismo de derechas. En aquella ocasión, el objetivo fue poner en el foco cómo la economía global había destrozado la vida productiva de muchas ciudades y con ellas la realidad de muchas familias. Ese ‘Make America Great Again’ fue el pistoletazo de salida de lo que se ha dado en llamar ‘Guerra cultural’, ofrecer un discurso alternativo a las verdades monocordes que se dan en temas como la globalización, la inmigración, el cambio climático, la diversidad sexual, el feminismo…

Pasó en Estados Unidos y llegó a Europa, adaptándose a las circunstancias de cada territorio. Unos se dejan querer por Putin, mientras otros lo odian. En Francia, la extra derecha no odia al colectivo LGTB y rechaza mezclar religión y Estado. Para propiciar el Brexit, el trasfondo xenófobo fue fundamental y mientras unos son abiertamente intervencionistas (Hungría) otros abogan por disminuir el Estado y la Administración (España).

Entender el contexto de la guerra cultural, las diferentes graduaciones ideológicas y cómo los movimientos que tratan de llevar a la sociedad hacia un lado generan contrapesos en el otro extremo, es fundamental para entender la última gran polémica de Castilla y León: el aborto. Vox, siguiendo el pacto de investidura con el PP, aprovechó su vicepresidencia de paja en la Junta para anunciar un nuevo protocolo que redujese el número de abortos. Unas medidas que nadie sabe muy bien en qué han quedado, pero revolucionaron la política nacional durante una semana. ¡Ni cuando Igea nos encerró a las 8 de la tarde durante un mes se hablaba tanto de Castilla y León!

Vox ha venido para quedarse, porque Newton dice que “toda acción genera una reacción de igual intensidad, pero en sentido opuesto”, y su batalla ideológica contra el “consenso progre” nos traerá encima de la mesa debates que creíamos superados. No se pongan muy cómodos porque tocará tomar postura.

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