Así lo afirma Fernando Valladares, investigador del CSIC, que apunta que Castilla y León exprimentará incendios de sexta generación, lenguas de frío polar y olas de calor sostenidas. Cree que para combatirlo la Comunidad debe plantear estrategias de adaptación y de mitigación.
Incendios de sexta generación, lenguas de frío polares, olas de calor sostenidas, falta de agua, enfermedades de origen tropical e invasión de especies exóticas. Estos son algunos de los efectos del cambio climático a corto y medio plazo que afectarán también a Castilla y León, a pesar de no ser la comunidad autónoma que más contribuya a su intensificación.
Así lo advirtió el profesor de Ecología en la Universidad Rey Juan Carlos e investigador del CSIC, Fernando Valladares, quien reconoce que la España vaciada será “pagana” de las actividades que realizan Cataluña o Madrid, que sí han contribuido de forma histórica, por la densidad de población y el tipo de actividad, al cambio climático.
Valladares participó en el ciclo ‘Diálogos con Hacendera’, agrupación que vela por preservar el medio natural de la provincia de Soria y la “salud” de los sorianos, y advirtió que aquellas comunidades autónomas que padecen con intensidad el cambio climático son los que menos han influido en que se produzcan.
“Pakistán tuvo casi un tercio de su territorio inundado por una fusión catastrófico de los glaciares, que se asocia al cambio climático. Este país no ha contribuido en nada al cambio climático. Las islas del Pacífico que están a nivel del mar están quedándose sin territorio porque sube el nivel medio. El caso de Castilla y León se incluye en estos países damnificados”, ejemplificó.
El pasado verano, los efectos del cambio climático se vieron en la Comunidad con toda su crueldad con incendios que devoraron hectáreas de bosques productores. Advierte el experto que cada vez será más frecuente sufrir incendios inextinguibles, granizos, lluvias torrenciales y vientos intensos que dañan infraestructuras, es decir, eventos extremos.
"La disponibilidad de agua, como es a largo plazo, nos cuesta más entenderlo y relacionarlo con el cambio climático. Las oscilaciones, año tras año, provocan que la tendencia es que haya menos precipitación anual. La cuenca Mediterránea está limitada, de siempre, por la disponibilidad de agua; es algo crónico. Pero el hecho de que los veranos sean más largos, empiecen antes y finalicen más tarde va a hacer que la demanda de agua crezca cuando la provisión de agua disminuye”, reflexionó.
Los días de frío se producirán de forma más espaciada y permitirán a insectos como las garrapatas u otros de origen tropical que transmitan enfermedades. “Tendremos un problema sanitario y plantas y animales de otras regiones en Castilla y León porque el cambio climático les favorece. Serán una fuente potencial de problemas para los autóctonos”, resaltó.
Para combatir el fenómeno, la Comunidad debe plantear estrategias de adaptación, principalmente, pero también de mitigación, sobre todo, en lo que respecta al uso racional del agua. Apostar por la ganadería extensiva, que consume menos recursos hídricos que la industrial, y aprovechar todas las variedades de que cultivos que son “tolerantes” a la sequía, a pesar de que el “regadío”, puede ser tentador, según el experto.
"El uso que se quiere hacer de la España vaciada por parte de las grandes ciudades o desde donde se toman las decisiones políticas no coincide con las pretensiones de los residentes del medio rural. Desde fuera se recomienda un uso multifuncional del territorio y la gente está más preocupada por oportunidades de transporte y que se mejoren los servicios”, indicó.