El proceso participativo emprendido por el grupo operativo Resinlab concluye con la creación de tres agrupaciones provinciales en Castilla y León, la promoción de la actividad resinera y la identificación de las necesidades de los resineros en materia de formación, posibles ayudas públicas y el acceso a parcelas de pinos, con el objetivo final de mantener una actividad fundamental en la gestión del bosque de pinos: la resinación.
“Nuestro planteamiento como grupo operativo fue siempre construir desde abajo, desde el eslabón más sencillo de la cadena, pero imprescindible para la actividad en el monte: el resinero”, ha comentado hoy Alejandro García, de la Cooperativa Pinaster y responsable de identificar las necesidades de los resineros dentro del grupo operativo (GO) Resinlab. “No era un objetivo del grupo operativo crear asociaciones, sino que estas han venido derivadas de las necesidades marcadas por los resineros”.
El primer trabajo consistió en la identificación de los municipios con mayor actividad resinera en distintas provincias. Una reunión con los alcaldes de estos municipios fue la llave para convocar reuniones con trabajadores en esta actividad para conocer sus necesidades más importantes. “Esto nos permitió saber realmente cuáles son los condicionantes para que alguien comience su actividad profesional como resinero o para continuar con ella, desde el punto de vista laboral, de conocimiento, de acceso a una suerte de pinos o de posibles ayudas de la administración pública”, asegura García.
La primera de las necesidades detectada fue la de disponer de asociaciones de resineros provinciales que pongan el foco en las peculiaridades de esta profesión en cada lugar, tengan capacidad para potenciar la actividad resinera a nivel local y faciliten un primer contacto con el sector a las personas que quieran desempeñar esta labor forestal. “No es lo mismo resinar en Segovia que en León o en Cuenca, hay circunstancias naturales como la clase de pinares, orografía o condiciones meteorológicas que condicionan el calendario y la actividad resinera, pero también por la tradición resinera, las formas de trabajar y los métodos de resinación más ajustados a cada lugar”.
Por otra parte, estas asociaciones se convierten en la representatividad de los resineros de cada provincia con la administración pública local y provincial, las empresas de transformación de la resina y el conjunto de la sociedad. “Tenemos la Asociación Nacional de Resineros, pero su trabajo y capacidad se centra en la defensa de los intereses generales de los resineros. Disponer de asociaciones provinciales nos convierte en interlocutores directos con la administración provincial para solucionar los problemas locales. Nuestra intención es integrar estas asociaciones provinciales en la asociación nacional, tal y como sucede en otros subsectores forestales como el de los propietarios forestales o la madera”, indica García.
Los resineros suelen trabajar de forma autónoma y aislada y cada vez que hay un problema deben solucionarlo personalmente, lo cual dificulta una solución colectiva. “Disponer de una asociación permite crear sinergias para el beneficio común. La falta de una estructura común provoca el estancamiento de la actividad, dificulta que se desarrollen proyectos personales y empresariales mayores”, asegura García. Las asociaciones se presentan como una oportunidad para la formación y la colaboración, para conocer y compartir nuevas formas de trabajar y para defender intereses comunes en la negociación de la venta de la resina, por ejemplo. “Organizarnos en León para llevar la resina a la industria de transformación nos ha ahorrado los costes de transporte a todos los resineros. Es solo un ejemplo, pero bastante evidente”, expone.
Las asociaciones creadas han sido las de Soria, León y Cuenca. Las reuniones para identificar las necesidades de los resineros han permitido organizar jornadas para conocer el método del taladro circular, el método de resinación del rayón, o la formación en el uso de la remasadora eléctrica para recoger la resina de los cuencos.
En la asociación de Cuenca se ha contactado con Cruz Roja y Cáritas para acercar la actividad resinera a personas en riesgo de exclusión social en busca de una oportunidad laboral. Pero también han conseguido que se imparta, por primera vez en España, el Ciclo Formativo de Grado Superior de Gestión Forestal y del Medio Natural dedicado a la resina, en el Instituto de Enseñanza secundaria Pedro Mercedes de Cuenca. El presidente de la asociación, Honorio Gallego, señala que “el objetivo es profesionalizar aún más el sector porque hay interés y es necesario disponer de nuevos profesionales con la mejor formación posible”. La formación teórica se completa con prácticas en el monte para conocer las mejores técnicas de resinación para que la actividad sea sostenible desde el punto de vista económico, ecológico y social.